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Era un día tranquilo, uno de esos días de otoño en los cuales se podía disfrutar de la calidez del sol y de la frescura del viento al mismo tiempo. Era uno de esos días donde Jimin solo podía pensar en una persona...

Yoongi era aquello, la perfecta combinación entre el calor del verano y el frío del invierno. Su sonrisa era radiante como los rayos del sol y su tez pálida como la nieve. Era sereno como una noche de invierno y bullicioso como una tarde de verano.

Y aunque a veces Jimin no podía comprender el gran enigma que representaba el mayor en su totalidad, sinceramente no le importaba, pues Yoongi era Yoongi y él se encontraba jodidamente enamorado de el.

El rubio aparecía en las mañanas en la puerta de su casa con una sonrisa en los labios y un pequeño termo lleno de café. Caminaba a su lado hasta llegar a la universidad y se despedía de el con un pequeño beso en la frente sin agregar nada más.

Algunas veces aparecía después de clases y lo llevaba a almorzar, a veces a un lugar aparentemente costoso, a veces a algún puesto callejero donde el tendero lo saludaba familiarmente; a veces no aparecía hasta el día siguiente con un amable mensaje de buenos días. O habían ocaciones, como aquella, donde el mayor simplemente no aparecía por un par de días -o más- y cuando lo hacia no daba ninguna explicación.

Jimin no preguntaba nunca nada, pues sabia que Yoongi no respondería. Nunca lo hacia.

Al menos no hasta ahora.

"Ey pequeño..." La rasposa voz del mayor lo tomo por sorpresa cuando resonó tras él al igual que sus grandes manos enredándose en su cintura en un suave abrazo por la espalda. "Estaba resolviendo un par de asuntos. Perdón por la tardanza."

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Era un día de primavera cualquiera donde un castaño de baja estatura se paseaba de una mesa a otra en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad.

Jimin era un universitario cualquiera.

A ese pequeño establecimiento, aquel día cualquiera, llego por primera vez un rubio con un humor notoriamente horrible, quien simplemente ordeno un americano y fijo su mirada en una pequeña computadora el resto de la tarde.

Yoongi no era una persona cualquiera.

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"No hay problema" respondió en un susurro cuando el cálido aliento del mayor choco contra su mejilla. Aquel característico olor a tabaco y menta. "Fumaste... ¿Tuviste un mal día?"

"No... Solo estuve algo estresado." Mintió. Jimin lo supo pues Yoongi había chasqueado la lengua suavemente tras hablar. "¿Como estuvo tu día?"

"Bien... No tuve clase y solo trabaje en el café por la tarde. No fuiste."

"Lo lamento". Dijo en un susurro. Yoongi estaba triste, pues estaba escondiendo el rostro en la comisura de su cuello. "¿Hay algo que me quieras preguntar? Responderé en compensación por no haber llamado estos días..."

El menor lo medito un segundo antes de girar sobre sus talones para ver al mayor con claridad. Un ¿Quien eres en realidad? Cruzo por su mente. "¿Que tal tu día?" Pregunto en cambio.

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Hacia un mes Jimin recibía diariamente a un misterioso rubio en el café. El hombre casi siempre vestía un traje negro y algún buen reloj, aunque a veces llegaba en tenis, jeans y una camisa cualquiera que dejaba al descubierto los varios tatuajes que cubrían gran parte de sus brazos.

Enigma [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora