CAPITULO #1
Lizbeth
Tengo 3 años viviendo aquí y ya me he acostumbrado a vivir en Francia, a decir verdad desde que llegué me costó trabajo encajar con los demás, peor aún con los chicos, el primer año fue todo una pesadilla llegar aquí e intentar medio hablar un francés que ni siquiera yo sabía que era o decía, los chicos se burlaban de mi acento extranjero, y algunas chicas solo me preguntaban cómo se decían algunas palabras o groserías en español, para luego gritarlas sin que nadie reclamara de la peladez, al parecer los mexicanos nos distinguimos por nuestras groserías y por las condiciones del país tanto como de obesidad como de la política fatal, o al menos eso pienso yo. El segundo año conseguí a dos amigas que me acompañarían el año restante, sus nombres eran Emily y Stella una británica y la otra francesa, muy amables y atentas conmigo, pero luego de unos 2 meses éramos todo un relajo andante. Y finalmente el tercer año que apenas comienza, todos en el instituto ya me conocen por ser la única mexicana aquí, aparte de tener un tipo de sangre muy diferente a los demás, esa información no sé cómo la consiguieron, pero, realmente eso no importa.
En mis vacaciones me la pase con mis amigas y amigos, íbamos de aquí para allá echando relajo y carcajeando como siempre. También fuimos mi familia y yo a las costas francesas a darnos unos cuantos clavados en el mar, nos divertimos como no lo habíamos hecho desde que mi hermano mayor Josué se quedó en México por cuestiones amorosas.
¿Novio? Aun no, no he conseguido a alguien guapo y atento a quien amar, hay varios pretendientes que creen que hablando español lograran tener mi corazón, pero no soy tan fácil, seguro habrá alguien a quien amare con el alma, siento que esa persona será muy pero muy distinta a los demás, no será un típico guapo y fortachón que tiene el cerebro del tamaño de una nuez, si voy a amar a alguien será a alguien que me demuestre que me ama y que piensa con claridad antes de hablar.
Es mi primer día en terminale, que en México sería como 3ero de preparatoria, a decir verdad me siento nerviosa, pues después de esto va la universidad, y necesito sacar muy buenas calificaciones, para que mis padres me inscriban en una universidad privada y lograr tener una buena preparación.
Sonó mi despertador a las 7:10 como de costumbre en mis días activos, ya extrañaba esa rutina, me levante estirándome de la cama con un poco de sueño aun, tendí mi cama, luego me fui a mi armario a buscar mis jeans de mezclilla favoritos y una blusa morada ajustada la cual no había usado hasta ese día, tome unas calcetas cortas y de mi zapatera saque unos converse blancos que ya parecían negros, me desenrede en cabello tratando de no maltratarlo, lo acomode de un solo lado como casi siempre lo hacía, tome mi mochila y salí corriendo hacia las escaleras para bajar a desayunar, la primera persona que vi fue a mi papá, se llamaba Francisco, pero en su trabajo lo conocían más por Frank, él siempre fue muy atento con Erika, mi madre. Desde que yo tengo uso de razón recuerdo que el siempre bajaba por la mañanas a hacer el desayuno, como hasta hoy lo hacía. Lo primero que vi en la mesa fueron unos huevos a la mexicana que a mi papa le salían exquisitos, me lancé a sentarme para empezar a comer, tome mi tenedor y me lo devore en menos de 5 minutos.
Mi papa se subió a cambiarse el pijama a un traje negro para que me llevara a la escuela y después él tomara camino a su trabajo, me levanté de la silla limpiándome la boca con mi antebrazo cuando de pronto escuche un autobús de mudanza que dio vuelta a un pequeño callejón de hasta el fondo de mi fraccionamiento.
-¿Quiénes serán los nuevos? –pregunté en voz alta sin darme cuenta que mamá bajaba las escaleras lentamente abrigándose con su suéter de lana.
-Son los nuevos vecinos –dijo ella con seguridad-, pondrán una tienda de abarrotes en la esquina, la tienda que necesitábamos en el fraccionamiento.
Me quede callada pensando en la familia que sería, tal vez sería una familia muy amable o muy amargada, de pronto la idea se despejó de mi cabeza cuando vi un convertible rojo llegar unos pocos segundos después que el camión, de él salió un tipo de unos diecinueve años, alto y con piel pálida y ojos amarillos, cabello caoba oscuro, era muy guapo, aunque al mismo tiempo daba miedo. Él sintió mi mirada que estaba posada sobre él, y volteo a mi casa como lo hace un tigre a la caza de su presa, yo que estaba parada viendo por la ventana me agaché para que él no me viera, al ver que no había nadie regreso la mirada a su lugar original, ese tipo sí que era raro.
Subí a cepillar mis dientes lo más rápido que pude, pues mi padre ya sacaba el auto del garaje, me despedí de mamá, le di su beso, tome mi mochila y salí corriendo hacia el auto de papá, abrí la puerta y me introduje como lo hace una celebridad intentando escapar de los camarógrafos, cuando ya estaba dentro, suspiré.
-¿Y ese suspiro? -preguntó papá con humor.
-No es nada solo las prisas de la mañana -dije yo diciendo la verdad.
-Recuerda que este terminale te irás caminando a la casa -dijo él cortando la plática.
-Si papá, ya lo sé, ¿pero qué te cuesta venirme a traer? -dije molesta.
-No puedo, aparte solo son 10 o 12 cuadras -dijo él con una sonrisita en la boca.
-¡¡Papá!!-dije yo también en plan de juego.
-Escucha linda, no podré irte a traer porque tengo muchísimo trabajo -dijo él con seriedad-, y mi jefe pide que salga más tarde.
-¡Genial! Te piden viajar 13 horas a un país desconocido, y no se conforman con eso -dije casi reclamando.
-Pensé que ya te habías acostumbrado y que ya no te molestaba -soltó mientras fruncía el ceño.
-Aunque parezca estar acostumbrada, extraño México aún –respondí yo decepcionada.
A decir verdad me encantaba vivir en Francia y ver desde mi ventana la torre Eiffel prendida por las noches, pero eso no significaba que México dejara de ser mi hogar, extrañaba la música de los mariachis en mi cumpleaños, extrañaba el olor a tacos y tostadas en una feria del 16 de septiembre, inclusive extrañaba los partidos perdidos de la selección mexicana, todo eso era lo que quería y anhelaba en el fondo de mi corazón, en general extrañaba México.
-Llegamos -dijo el estacionando el auto justo en frente del instituto.
Lo primero que vi fue el auto de Emily estacionado detrás de nosotros. Era tradición familiar que desde el kínder me fueran a dejar a la entrada de la escuela el primer día de clases, como una manera de asegurarse de que el primer día saliera todo casi a la perfección. Salí brincando del auto para abrazar a mi amiga que también hacia lo mismo que yo.
-¡Te extrañe! -dijo ella con una risita.
-Yo no -dije yo con carácter algo serio- ¡Obvio sí!
-¿Oye y Stella? -me preguntó ella justo cuando Stell entraba al estacionamiento del colegio con su Ferrari descapotable color rosa.
Stella era la rubia francesa millonaria de ojos azules a la cual le encantaba hacerse lucir de manera súper extravagante. El Ferrari era suyo, sus padres se lo habían dado cuando cumplió los 18 años de edad y al parecer le había caído de maravilla.
Emily y yo éramos sus amigas por una razón la cual nadie sabía, normalmente a ella era la que siempre le llagaban notas de: te amo, eres mi sol, cásate conmigo, etc. Pero eso a ella jamás le importó, al parecer a ella no le importaba más que estar a la moda y sus amigas, lo que tenía de bonita lo tenía de amable, y a pesar de que era súper extravagante no dejaba de ser agradable. Aparte de ser la líder del equipo de porristas y tener de novio al líder del equipo de futbol americano.
Por su parte Emily formaba parte del equipo de arte y de matemáticas, no era la líder, pero era todo un genio, tampoco quería decir que fuera una nerd, era como de esas que siempre echan relajo después de acabar los 30 ejercicios de física, y era toda una doctora corazón. Su cabello era pelirrojo natural, y todo mundo lo admiraba porque a pesar de ser esponjado, casi afro, era fijo y larguísimo. A veces el acento británico le ganaba y se atoraba en las palabras pero la francesita le ayudaba.
Me despedí de papá cuando Emily y yo escuchamos el “ring” de la campana. En la entrada nos reunimos con Stella que iba completamente vestida de rosa, y nos dirigimos el centro del patio donde asignaban maestros y grupos, en ese momento el año había comenzado definitivamente.
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VampireSinopsis: Liz Desde pequeña siempre he soñado con mi príncipe azul. Soy amante de la lectura, y la mayoría de las ocasiones escojo sagas que tengan amor, los personajes tan perfectos, tan guapos y seductores me hacían derretirme hasta un punto en el...