Salomón no es precísamente un magnate, ni un alto ejecutivo de una gran empresa, solo un trabajador más del sector público. Sin embargo, se las arregla lo suficiente como para permitirse pagar los $2000 de la tarifa por dos horas con Emma. No era la primera vez que se hospedería en el hotel 5 estrellas ubicado en el centro de la ciudad, por lo que ya sabía cuánto le costaría, cuál habitación sería tanto económica, como agradable.
La cita había sido concertada vía telefónica. El encargado de la agencia le indicó todo sobre las tarifas, y despejó tantas dudas como pudiera tener, sobre hasta donde podía llegar con la bella joven de 22 años. El método de pago se acordó como una transferencia bancaria. La cual fué verificada instantáneamente. El siguiente paso fue acordar la hora de llegada. La ubicación y nombre del hotel para el encuentro. Por último el ilusionado cliente hizo una petición especial sobre el vestuario.
Confirmó su estadía en el hotel, para las 10 de la noche. Llegó media hora antes para alistar todo y calmar los nervios, aunque no supiera exactamente por qué se sentía así. Si bien era su primera experiencia sexual con una Scort, no era su primera experiencia sexual en general. Tal vez era el hecho de que Romina fuera una figura pública, tal vez el problema era su enorme parecido con Bella, también podía ser el temor a ser descubierto mientras filmaba durante el sexo o que en cierta forma cumpliría el tan ansiado deseo que no cumplió cuando salía con Bella, tener sexo con ella. Sea lo que fuere, no conseguía calmar sus nervios y el inoportuno sonido del teléfono de la habitación agregó más susto y exaltación a su ser.
--Aló.
--Sr. Blackman, llegó la joven que estaba esperando.
--Dígale que suba.
Camina hacia la puerta de la habitación, para cerciorarse por enésima vez que esa cámara oculta esté bien sujeta. Una a una va revisando todas las cámaras en el cuarto. Limpia bien las lentes, para que no vaya a salir borrosa la imagen, lo hace tan rápido como puede porque sabe que en cualquier momento llegará Romina y tocará la puerta. Debe tratar de parecer relajado, cómodo, nada puede despertar la mas mínima sospecha, un solo error y todo lo que planeó se vendría abajo.
~Toc, toc.
Es ella --piensa.
Abre despacio la puerta, quiere estar seguro de que no se romperá la fantasía. Su corazón late a cien por minuto, cada vez es más difícil calmar los ánimos. Al fin está frente a frente con el objeto de su deseo. Una mezcla de agonía y adrenalina invaden su corazón. Si, antes había pensado que Romina era muy parecida a Bella, pero verla por televisión o videos no hizo suficiente justicia a su imagen. En persona podría jurar que son la misma persona. La misma altura, el mismo rostro en forma de corazón, su rojizo y rizado cabello. Piel blanca como la más apetitosa nata. La calidad del servicio saltaba a la vista desde el primer momento, efectívamente estaba vestida como se le había solicitado. Un vestido floreado hecho de algodón. Era holgado, suelto, llegaba hasta la mitad de sus hermosas y torneadas piernas. Usaba zapatos flats color rosa, pequeños arietes de brillantes y un maquillaje sencillo.
Ella posó sus grandes y almendrados ojos sobre él. Recorrió todo su cuerpo de arriba abajo y delicádamente lo saludó mientras con su suave mano, tomó la entrepierna de Salomón. Él le agarró la cintura con una mano y su rostro con la otra, mientras fundían sus labios en un apasionado y húmedo beso.
Romina le estaba dando el beso más perfecto que había sentido en toda su vida. Era como si hubiesen sido amantes de años. Sabía cuando acelerar el ritmo, cuando ir lento, la cantidad exacta de lengua. Era como un sueño, que nunca había esperado, pero ahora que estaba experimentándolo, se sentía como un tonto por no haber podido fantasear con algo tan bueno. Al mismo tiempo se sentía tan felíz de estar ahí, haciendo lo que hacía con esta diosa sexual con rostro de ángel y labios de diabla.
Cuanto tiempo habrá pasado desde que empezaron a besarse, era un misterio que nada le interesaba resolver. Sin embargo no podía evitar desear saber que tan buena era con lo demás. Bajó su mano desde la cintura hasta su redondo y suave trasero. En un instantáneo movimiento la cargó y aferró a su pecho. Ella lo abrazó con sus piernas, mientras se besaban cada vez con más fuerza.
Cerró la puerta tras de ellos y la llevó hacia la cama. Se quitó la camisa lo más rápido que pudo, incluso se terminó arrancando un par de botones en el proceso, pero que más daba. En estos momentos ella ocupaba cada espacio en su mente. Recostado sobre ella, posó su mano una vez más en su cintura, para luego recorrer su cadera y bajar a su muslo. Metió su mano bajo el suave vestido, subiéndola de regreso al punto inicial. No podía ver su ropa interior, pero con el tacto le bastaba para hacerse una idea y continuar poco a poco acercándose a sus secretos de mujer. Los jadeos se empezaban a hacer presentes. El aliento de ambos bailaba en los oídos del otro, mientras besaban sus cuellos.
Los besos del apasionado amante resbalan como crema fresca. Desde el cuello, pasan por los hombros y siguen hasta los pechos de su mujer, porque no había la más mínima duda en su corazón, en estos momentos ella era su mujer. Eran perfectos el uno para el otro, su coordinación para acariciarse no tenía igual. Cada gesto, cada movimiento era interpretado a la perfección. Con su boca se las arregló para bajarle de los hombros las tirillas al vestido, no encontró un sostén interponiendose entre el vestido y la sedosa piel de su conpañera, revelando sus jóvenes y suaves pechos, los cuales desprendían un aroma celestial. No pudo refrenar sus labios, los cuales no dudaron en tomar un rosado pezón entre ellos.
Deslizó hacia una lado la única prenda de ropa interior de su amada, para acariciar su jugoso fruto. Suave, húmedo, caliente con un bizcocho recién horneado. Estos atributos entregaron una invitación que rápidamente fue atendida. Con lentitud fue besando cada parte del delicioso postre. Primero los labios mayores, seguido por los menores. Metió su lengua dentro de ella tanto como pudo, para culminar su acto succionando con prodigiosidad la cerecita de su pastel. Ella empinaba sus caderas y en cada succión, apretaba con fuerza el rostro de su hombre contra su entrepierna, .
Si los primeros besos que se dieron no tenían ni punto de comparación con cualquier otro beso en el mundo, estos acababan de encontrar a su rival. Era digna de alabanza, la magistral forma en que él frotaba sus labios contra aquel fragante y dulce monte de Venus. Sin siquiera habérselo prometido con antelación, ya estaba cumpliendo con bajarle el cielo y las estrellas.
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¿Con la original o con su doppelganger?
RomanceXavier acaba de ser rechazado por el amor de su vida, después de muchos intentos para escapar de su dolor, intenta algo nuevo para él, contratar a una modelo de su ciudad que además trabaja como Scort.