único.

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Calles vacías eran el testigo de manos aferrándose con fuerza, con ansias

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Calles vacías eran el testigo de manos aferrándose con fuerza, con ansias. Los cerezos que circundaban la avenida en la que vivía Chanyeol parecían burlarse de él por las mañanas, cuando caminaba con su compañero de cuarto a un costado, parloteando de cosas sin importancia, mientras que Chanyeol apretaba sus manos reteniendo sus deseos.

A la mirada del resto del mundo, de sus amigos, de su familia, él y Kyungsoo eran sólo dos amigos que habían tomado la cómoda decisión de vivir juntos. Chanyeol también creyó que sería ideal, que podrían compartir los mejores momentos de su amistad, eso hasta que las cosas comenzaron a confundirse para él. En una noche ordinaria ambos se habían encargado de deshacer su amistad emocionalmente correcta. En medio de un beso descuidado habían terminado hechos un lío sobre el pequeño sofá.

Chanyeol estaba seguro de que ese había sido el peor de sus errores, haber probado los labios de Kyungsoo, haberlo mirado de otra forma, haberle dado una probada a lo prohibido. Si tan sólo Kyungsoo no pretendiera que no lo necesitaba tanto como él lo hacía cuando estaban en público, tal vez Chanyeol no estaría tan arrepentido. Pero la forma en que Kyungsoo lo miraba cuando los demás estaban al pendiente, sólo le daban a entender una y otra vez que no era tan importante lo que sucedía entre ellos. Era por eso que el más alto seguía en el intento de convencerse de que todas las caricias, los besos y las palabras compartidas tenían un fecha límite que tarde o temprano sería dictada por Kyungsoo.

Él por su lado no sería capaz de acabar con eso, no cuando el anhelo por tenerlo a su lado se hacía más impetuoso a cada día que pasaba. Lo más frívolo de la situación era el acuerdo que habían pactado luego de aquella noche tan especial, un Kyungsoo envuelto en los fornidos brazos de Chanyeol había dictado la sentencia que lo atormentaba cada noche.

—Son las once once, debemos pedir un deseo—murmuró jugando con los dedos de la persona que lo abrazaba con tanto fervor—. Deseo que a esta hora, y sólo a esta hora, cada noche me ames de esta manera.

Palabras que paralizaron el corazón de Chanyeol. Ese había sido un claro parámetro de su relación, pero en ese momento no entendía por qué su corazón había dolido muy en el fondo de su pecho. Deseó decirlo en voz alta también, pero no tuvo el coraje y, en cambio, el mismo deseo se repitió una y otra vez dentro de su cabeza aquella noche.

Desde entonces Chanyeol esperaba pacientemente por esa hora de la noche en donde podía dar y recibir caricias de Kyungsoo, donde podía sentir las pequeñas manos del contrario acariciando su cabello como si de verdad por esas escasas horas de la noche se pertenecieran. Todo dejaba de importar cuando la esperanza de que Kyungsoo sólo fuera un jodido cobarde se acrecentaba en su interior, cuando podía percibir que sus palabras eran reales y sólo tenía miedo de aceptar lo que sentía luego de las once once cada día.

Esa noche alcanzaron la puerta del apartamento cuando eran exactamente las once con nueve, y Kyungsoo cruzó su mirada con la de Chanyeol en un coqueteo cómplice. A las once con diez Kyungsoo decidió que era mejor esperar un segundo afuera antes de entrar al departamento y Chanyeol se acercó con parsimonia hacia él, deshaciendo cada segundo entre sus dedos como si de hielo se tratara, cada segundo que los separaba. Acortó la distancia con lentitud, con sus miradas creando fuego y las palmas de sus manos picando por tocar un poco de piel. No obstante, Chanyeol había tomado una dura decisión esa tarde y el más bajo no tenía idea de ello.

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2018 ⏰

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