OneShot

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Ahí se encontraban, Joseph y Suzie en la casa del fallecido italiano. Sus pertenencias ahora sólo le serían un estorbo a la casera del lugar y para los nuevos inquilinos, así que decidieron llamar a sus cercanos para que removieran las pertenencias del rubio.

—Y-Yo... Creo que ya es un poco tarde, ¿no crees?— Le dijo Suzie a su esposo. — ¿No piensas que ya es hora de irnos? Podríamos volver mañana para ayudar.

Joseph negó con la cabeza mientras seguía una rutina de empacar discos en una caja de cartón, no tenía ganas de irse aún.

—Eh... Yo me quedo Suzie, tú puedes ir a casa si quieres. — le dijo de manera seria pero amable a la vez. Su esposa no quiso tocar más el tema, sabía lo mucho que le dolía el estar allí, así que se fue sin decir nada más que con una sonrisa cálida para el castaño.

Al escuchar la puerta del lugar cerrarse se encaminó a paso decidido hacia la habitación del anterior dueño de la casa.

Dudoso, tomó con su mano robótica la perilla para así mismo abrir la puerta y proseguir dentro de la blanca recámara, iluminada y con cierto aire cálido y aroma al rubio. Eso le relajó el acelerado pulso nervioso de Joseph.

No es que la habitación fuese muy grande o tuviera muchas cosas de lujo, era una habitación normal para esos tiempos. Pero a Joseph le parecía como un altar solamente del dueño.

Comenzó revisando los discos LP que se hallaban en un armario con puertas de cristal, variedad de cantantes artistas y bandas de todo el mundo (Prioritariamente de Italia). Al ver el aparato toca discos su corazón dió un brinco, no sólo de melancolía, también de nostalgia por el momento que pasó por su mente hacía unos momentos; Recordó cuando se encontraban en la mansión de Lisa Lisa y al querer descansar un poco sugirió el poner música de ambiente para charlar un rato. Empezaron con unas cuantas bromas pesadas por parte del menor hacia el mal gusto musical del rubio, sólo como burla claro, en realidad estaba disfrutando bastante de la banda que tocaba al fondo de sus risas. Cuando al final de insistir por bastante tiempo el mayor cedió ante sus bromas y soltó una carcajada, fue ahí el momento preciso que los sentimientos de Joseph dieron a florecer.

Dió un leve tacto al aparato y siguió su camino por recorrer la pieza del fallecido llegando así al balcón que se asomaba por la gran ventana, abrió ambas puertas de cristal y salió a disfrutar un poco del libre viento que jugaba con sus cabellos a su gusto. Presenció un hermoso atardecer, el precioso cielo de Roma le hacía suspirar el nombre el chico rubio que tanto le volvió loco.

—Caesar...— Dijo entre pequeños lamentos internos y en su rostro una expresión de dolor. El sentimiento de pérdida se hacía mayor con sólo seguir en aquel lugar, más no le importó mucho, él sólo quería deshacerse de los fantasmas que le atormentaban al momento.

Aquél cómodo aire le situaba dos meses atrás cuando igual se hallaban en la mansión de su maestra, el rubio se encontraba en un balcón de la planta baja y el castaño no muy lejos de este en el jardín. La mayor parte del tiempo tenían charlas vacías o sin sentido, silencios que lentamente se volvieron bastante cómodos para ambos; sólo posaban sus miradas contemplándose el uno al otro o sintiendo la mirada deseosa del contrario. Aquella vez Joseph se encontraba divisando las plantas y flores, la mirada de Caesar se enfocaba en él, más quería hacer como que no le importaba o no notaba la presencia del otro hasta que éste le hablase.

Las palabras no fueron necesarias al final pues el castaño se acercó por sí solo al mayor al ver que el mismo se encontraba dormitando en una pose bastante tierna; se le vino a la mente la grandiosa idea de despertarle con un susto y recibir los reclamos del mayor. Así pues, estuvo a punto de pegar un grito para asustarle más se detuvo, la pacífica respiración de Caesar lo paró en seco y le mantuvo cautivo ante éste; ahora sería su turno de contemplarle.

Pérdida 『OneShot CaeJose』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora