Hace tiempo había escuchado un refrán que decía algo como "sé paciente, lo bueno tarda en llegar", y yo había nacido con una paciencia divina, tanto que si pudiera venderla valdría una fortuna, ¡pero esto era el colmo!, ¿a quién se le había ocurrido la idea de inventar la "hamburguesa arcoíris"? y para rematar, la habían añadido al menú de la cafetería.
La cafetería Half Peach estuvo por casi 2 horas repleta de adolescentes que esperaban pedir un pan teñido con colorantes comestibles, ellos eran el tipo de chicos que no iban a perderse esta oportunidad para... ¿Probarla?, O quizás, sólo para tomarse una selfie.
Para mi mala suerte yo sólo quería un jugo, un maldito jugo de naranja, y tuve que esperar durante todo ese tiempo; al menos tuve la suerte de conseguir una mesa vacía para poder sentarme... No quería esperar de pie a tal punto de convertirme en parte de la decoración de la cafetería porque no me iban a pagar por eso.
Miré hacía mi reloj de pulsera de Hello Kitty, el cual marcaba las 11:05, me estaba preocupando un poco, aunque mis clases comenzaban después del mediodía tenía miedo de llegar tarde al instituto, ¿la razón del miedo? digamos que siempre me pasaba algo que me atrasaba.
Es que a la vida no le había bastado con darme el toque de ser una chica torpe, también me pasaban infortunios que no eran producto de mis estupideces, en serio, para ponerlo en palabras cortas: creo que tengo maldición.
¡Bueno, cálmate Emma Hayes!, el día está soleado y fresco, ¡Ah! y hoy ninguna paloma te ha bendecido desde el cielo con su popó, así que hemos comenzado bien.
Eché un vistazo hacía un grupo de chicas que se disponían a salir de la cafetería, ellas reían mientras se tomaban fotos con la hamburguesa arcoíris, la mayoría estaban bien vestidas Y... Oh cielos, me sentí como una pequeña oruga, ¡y no me gustaban las orugas!, a mí sólo me había alcanzado hacerme una cola de caballo en mi largo y ondulado cabello castaño. Mi ropa tampoco era lo que me hubiese gustado llevar puesto hoy, tenía unos pantalones deportivos negros y una camiseta blanca con una Peppa Pig enojada en ella, no, no había sido una buena elección.
¡Pero es que ni siquiera se podría considerar como una elección!, sólo había tomado lo primero que había encontrado en el closet.
¿Zeús, me escuchas?, deseo que este día no sea de esos de los que ando mal arreglada pero me encuentro con todo el mundo, con mi crush, ex novios, familiares, antepasados, fantasmas, BTS, y John Snow... Sé que estos últimos no son una opción posible, pero si me los pones en el camino con gusto los saludo en estas fachas.
— Admito que esto no habría pasado si hubiese colocado la alarma en el teléfono —Suspiré y pasé mis manos por mi cabello, en un intento fallido de arreglar los rebeldes mechones de cabello que se negaban a mantenerse en su lugar.
Olvidar la alarma hizo que me perdiera la cita con el odontólogo, y no tenía miedo si volvía el dolor de muelas que había tenido el día anterior, lo que más temía en ese momento era llegar tarde al instituto.
Afortunadamente, mis miedos se calmaron, después de que el cajero, y también amigo mío, Thomas, diera el aviso que tanto esperaba.
— ¡Se acabó la mercancía nueva!
Los chillidos y risas habían cesado, y sólo se escuchaban palabras de decepción.
Ya que muchos habían decidido irse, me levanté y fui hasta el gran mostrador de cristal para hacer la fila "normal" para los pedidos "normales", porque al igual que yo, habían personas que estaban esperando pedir cualquier cosa que no fuera un arcoíris comestible.
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Te amaré cuando existan los pandicornios
Teen FictionElla, una chica temerosa de abrir su corazón, y él, un idiota orgulloso enfrentando problemas que nunca pensó enfrentar. Emma Hayes, la reina de la torpeza y de los infortunios históricos, vive enamorada de su príncipe azul, Matt Evans, pero no sab...