Érase un jardín de rosas de todos los colores que parecían complementarse tan bien como los óleos necesarios para el nacimiento del arte en la paleta de un pintor. Cada vez que alguien llegaba al jardín y aportaba un sentimiento real e inocente crecía una nueva rosa. De lágrimas de tristeza profunda provenientes de un llanto perdido de un bebé que no siente los brazos de su madre creció una rosa negra. De la frecuencia de onda que generó la risa de un niño que jugaba corriendo con su padre nació una hermosa rosa amarilla. Del sentimiento de melancolía de una mujer que dejó a su esposo sin pensarlo dos veces, cuando en su luna de miel se dio cuenta de los malos tratos, creció una flor azul oscura muy brillante como la seda. Del amor incondicional entre una niña y su perro, con el que todos los días salía a correr al parque y pasaba tiempo sin importar nada más, creció una rosa violeta. De todas las veces que alguien en algún momento del día regaló un gesto de amabilidad al que lo necesitó en un mal día, creció un jardín de rosas blancas. Del respeto entre una pareja, que ha valorado la comunicación y compañía crecieron rosas anaranjadas. ¿De dónde provienen pues, las rosas rojas?
Esther terminó de leer y al reconstruirse su sala, dejó la cajita en la mesa de centro y salió al jardín. Se quedó observando vacilante las rosas rojas que cada vez estaban más radiantes. Cerró los ojos y sintió un vacío en el pecho al recordar la partida del amor de su vida, hace un año exactamente, en campos de guerra.
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La casa de los sueños
Fantasy"Sos el paisaje más soñado, y sacudiste las más sólidas tristezas, y respondiste cada vez que te he llamado". -Gustavo Cerati, Lago en el cielo.
