Capítulo tres:
Luego del almuerzo, las clases terminaron. Jenny y yo nos dirijimos a mi casa, así le muestro los dibujos de este chico.
Cuando llegamos, abrí la puerta y subimos a mi cuarto.
- Hola ma.- grité subiendo las escaleras.
Llegamos y abrí la puerta de mi habitacion, fuimos hasta la otra parte del cuarto y le mostré los dibujos que estaban colgados donde estan los que más me gustan.
- Ori, es un chico muy lindo...- dijo ella.
- Si, así es.- dije mirándolo.
- No lo conozco, sinceramente. Tal vez viva acá en la ciudad.-
- No lo creo. Es una ciudad muy chica, nos conocemos entre todos, no creo que justo viva aquí, ya lo conocería.-
Jenny bajó la mirada y volvió a mirar al dibujo. No era alguien que nosotras conocieramos, no era nada familiar. Tal vez era de otro lugar. Pero, ¿que hace en mis sueños? Esto si que es raro.
- Ori ¿me perdonas?. Me iré a casa, tengo que hacer unas tareas con mamá.- dijo Jenny.
- No te hagas problema, vé...- dije acompañándola a la puerta.- Nos vemos..-
Jenny se fué y yo me senté en la cama a ver el dibujo. Nuevamente, lo colgué con los demás dibujos y me recosté a dormir. ¿Hablaría con el otra vez?.
Caí en el sueño. Esta vez me encontraba andando en un caballo, y de pronto, el se acercó andando en otro al lado mío. Yo reí y el hizo lo mismo.
Bajamos y nos sentamos bajo un árbol.
- ¿Quieres decirme algo sobre ti?.- dije.- ¿Por qué te veo en mis sueños y te escucho en mi cabeza?.- pregunté mirándolo a los ojos.
- Porque Ori, yo te amo, y necesito contactarme contigo de alguna forma.- dijo él.
- Pero, ¿por qué de esta forma?.-
- Porque el día que nos encontremos, no se si está muy cerca...- dijo y se comenzó a alejar.
- ¡No otra vez!.- grité.
- ¡Te amo!.- exclamó corriendo.
Me levanté y comenzé a dibujarlo, esta vez arriba del caballo. Quería saber quien era y por qué solamente aparecía en mis sueños. ¿Tan lejos estará el día en que nos conozcamos? ¿Tanto iba a tardar en descubrir aunque sea, un poquito de el?.
Este tema si que no era fácil, este tema si que me iba a tomar tiempo, y muy largo. Seguir dibujándolo a el, no iba a ser una gran ayuda, pero aunque sea, no quiero olvidarme de su cara. Por primera vez, estaba tan interesada en conocerlo, me estaba dominando. Las fuerzas de verlo eran más fuertes que yo. Las ganas de seguir dibujándo miles de veces, eran increíbles.
- Oriana ¿cuántos dibujos tienes de ese chico?.- preguntó mi mamá.
- Ma, luego te explico.- dije.- ¿Me dejas sola?.-
- Claro.- dijo lléndose por la puerta sin entender ni un poco que me pasaba.
