Todo lo que quiero

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Dios, tiene que detenerse. No sabe desde cuándo lleva así, pero como continúe probablemente todos comiencen a notar que se queda minutos mirando sin mirarlos.

Todo es aún peor cuando Mina está cerca.
No necesita respuesta alguna, la tiene hace tiempo. Sólo que no está seguro de qué debería hacer.

En un principio sólo era sobre gustar, ahora las cosas estaban volviéndose un poco más complicadas. No recuerda cuándo empezó a verla de esa manera, ¡jamás creyó que iba a suceder algo así!

Se sentía algo mal, y mirarla a la cara le avergonzaba, pero no podía evitarlo.
Maldita sea, era preciosa.

Su imaginación nunca había sido algo muy especial, pero ahora deseaba que brillara por su ausencia. Además esos días estaba haciendo más calor de lo normal y no le favorecía demasiado. En la sala las chicas iban con pantalones cortos y camisetas de tirantes, después de todo confiaban en ellos y si Mineta pretendía pasarse de listo, siempre podían golpearlo o alguno de los más considerados les echaban una mano para que no se sintieran más incómodas.

Él muchas veces lo había hecho, pero no se sentía muy agradable sabiendo que al mirar a Mina tenía pensamientos similares a los de Mineta.

Joder, cómo era posible que ese idiota no se sintiera ni un poco culpable. ¡Si a él lo estaba volviendo loco! Pero no podía evitarlo.

¿Qué tan suaves serían su labios? ¿Cómo se sentirían los puntos sensibles de su cuerpo bajo sus manos? ¿Cómo reaccionaría ella si lo intentara?

—Profesor Aizawa.

Un gruñido salió del mayor, molesto por haber sido interrumpido.

—¿Qué ocurre, Kirishima?

—¿Puedo ir al baño? —sonrió nerviosamente.

El profesor dudó un momento, al darse cuenta el pelirrojo volvió a hablar.

—Es urgente —juntó las manos desde su pupitre, rogándole que lo dejara ir.

Aizawa suspiró e hizo un gesto con la mano, mandándolo fuera. Kirishima agradeció y salió lo más pronto posible, sintiéndose jodidamente incómodo. Pudo escuchar a penas la voz del profesor indicándole que no tardara.

Nada más llegar al baño se encerró en un cubículo.

Eso iba de mal en peor. Quién lo mandaba a pensar en esas tonterías en plena clase. Se pasó una mano por el rostro, algo molesto consigo mismo. El rostro de Mina sonrojado y rebosante de placer lo invadió de nuevo, logrando que sus mejillas se calentaran un poco.

Más le valía apresurarse o Aizawa lo castigaría, seguramente.

[ I ]

—¡Kirishima!

Un golpe le llegó en plena nuca. Soltó un quejido y se llevó la mano al cuello para sobarlo. Le dirigió la mirada a Sero, que lo miraba como si le hubiera salido una segunda cabeza.

—¿Ahora sí estás escuchando? —preguntó— ¿Qué pasa, es sobre una chica?

—¿De qué estás hablando?

—Llevo intentando hacerte entrar en razón hace un rato—explicó—. Encima nos has hecho perder, no se puede jugar si estás con la cabeza en las nubes.

Sero se movió y le quitó el mando de las manos para dejarlo junto al suyo a un lado. Luego se acomodó, echando la cabeza hacia atrás, apoyándola en el sofá. Guardó silencio un instante.

—Lo siento.

—Da igual—se encogió de hombros—. ¿Qué te ocurre?

—Bueno... no creo que sea lo mejor hablar aquí...

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