Capítulo 2: "Sentimientos"

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Shokudaikiri conocía bien a Ookurikara, creía que nuevamente iba a rehuir de él, pero en este caso no fue así, más bien, al parecer había decidido entregarle algo glorioso, un beso de su parte. Esta acción lo tomó muy por sorpresa, en verdad no esperaba que su insistencia diera frutos, pero allí estaban, besándose; quizás su contrario se había sentido presionado y por eso se vio obligado a tomar esa decisión tan precipitada. Pero a pesar de tener esa idea, Mitsutada se separó por un ligero momento de sus labios para susurrarle lo siguiente.

—Oh, me has tomado por sorpresa, ¿acaso quieres tener una marca más de guerra? —soltó una suave risa cerca de sus labios.

—¿Qu... —Ookurikara quería contestarle, pero no le dio tiempo el emparchado, ya que seguido de eso, fue abrazado con mayor entusiasmo, y le respondieron el beso profundizando éste, y así, logrando hacer que fuera más duradero y apasionado; en lo que se llevaba a cabo ese suculento vaivén, él sentía que el aire le era arrebatado de sus pulmones. Por un momento creyó que su allegado no quería hacerlo con él, pero esa respuesta que le dio con sus labios decía todo lo contrario. Para seguir el beso, sus ojos se cerraron y la mano que tocaba uno de sus brazos lo apretó, se estaba poniendo ansioso, por no decir desesperado, ¿cuánto más podría soportar? Las mejillas del chico de piel tostada estaban hirviendo en color rojo, fue entonces que la mano de Shokudaikiri no pudo resistir la tentación de deslizarse por el abdomen de su acompañante.

—Si sigues con esa forma de ser tuya... me tendrás más loco... Kara-chan —su voz se pausaba mientras estaba degustando a su amigo, aunque eso ya no se podría decir que fuera amistad, más bien parecía transformarse en algo más.

Todo se hubiera desarrollado debidamente sino fuera porque el castaño no lo pudo soportar más, y ante ese toque tan atrevido se zafó del agarre de él, y se fue al otro extremo del bote para exclamar lo siguiente.

—¡No puedo hacerlo! —se le escuchó gritar completamente exaltado; su falta de experiencia lo detenía, pero más que nada era porque sabía que quizás sería contraproducente lo que harían, y esto quizás significaba que probablemente su compañero tendría que someterlo por segunda vez. Pero a pesar del rechazo que mostró el castaño, la reacción de Shokudaikiri fue tranquila al principio.

—¿Quieres que...? —pero no llegó a decir nada más por el hecho de que una fuerte corriente de aire llegaba hacia ellos, marcando así la presencia del circulo dorado, el cual, era el portal que traía a las criaturas a la época en la que se encontraban. Aunque Shokudaikiri estaba desarmado, completamente desnudo (casi), y además, de que no estaba en sus mejores condiciones, tendría que luchar después de todo, aparte, estaba el detalle de que no podría dar el paso final con Ookurikara, así que debería abstenerse por el momento. Ahora había otra cosa más importante de lo cual ocuparse, y eso era que las espadas oscuras estaban invadiéndolos—. Debemos volver, no tengo armas y... ¡agh!, estaré en defensiva si son más de diez, y no creo que mi espada sirva estando tan lejos de mí —la seriedad de Mitsutada regresó poco tiempo después de que se lamentara, a pesar de que había perdido otra oportunidad: una por escuchar a la amabilidad de su corazón, y otra era ésta, no se dejaba afectar, pero bien, seguramente vendrían más, sólo era cuestión de tener paciencia.

En lo que el del parche se estaba quedando sin ideas, Ookurikara logró ver que estaban cerca de la orilla, era su oportunidad. El único que ahora estaba armado era él, así que tendría que cubrir a su compañero.

—La onda del portal nos ha empujar más cerca de la orilla, ¡ve nadando Mitsutada, yo los distraeré! —aseguró el de piel tostada mientras desenvainaba, en tanto, las criaturas empezaban a rodearlos.

—Gracias Kara-chan —y aprovechando que su amado estaba algo distraído, se le acercó para tomarlo por sorpresa, y unió sus labios con el del otro una vez más. Al finalizar el beso, se echó al agua y nadó con todas sus fuerzas hacia la orilla. Su estado físico no era el mejor en ese momento, por lo que casi cae desmayado, pero al final se recuperó un poco tomando algo de aire cuando se encontró a salvo; al estar medianamente recuperado, fue por sus cosas y aun estando húmedo se colocó sus ropas y su armadura. No estaba quizás al cien por ciento, pero al menos se encontraba presentable—. Uno debe lucir bien sea cual sea el momento, no se sabe cuándo puede estar mirando alguien —y dicha esta frase, se acomodó el cabello y corrió hasta llegar al límite del camino que estaba junto al rio, ya que deseaba estar lo más cerca de Ookurikara.

Desvaríos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora