La Diosa y el Dios

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Una mirada bastaría para encender en mi cuerpo la llama caliente casi volcánica que indicaba en mi cuerpo un punto sin retorno, mientras intentaba mantener la calma solo pensaba en una divina palabra:, Deseo. ¿Acaso tu vestido rosa y tus ojos cafés seductores harían de mi un ser instintivo?

Asi fue. Verte en el Olimpo que se había convertido mi cama pues solo eso es digno de una Diosa como tu, por un segundo pensé si era digno de tu miel, de tu piel, de ti. Como un lobo me moví sigiloso sin dudas hacia a ti pues las dudas se habían ido ya que si tu eras una diosa yo seria tu Dios.

Acaricie tus mejilla con mis dedos, oh piel tan suave, deseo besar cada centímetro de ti fue mi pensamiento primario y solo algo tan divino como la magnificencia de tu aroma podría sacarme de tal trance.

Cerré mis ojos frente a ti y como acto seguido tu lo hiciste, me acerque tanto a ti que podía sentirte en mis labios con solo imaginarte en mi mente, fuiste tu quien poso sus labios sobre los míos, labios hermosos, suaves y delicados.

Me separe dos centímetros de ti y mi lengua paso por mi labio superior un poco, buscando mas de los tuyos. Sonriendo un segundo decidí morderme el labio inferior un poco con una mirada que sabias que decía, sabias que era una mirada que gritaba: Te deseo y hoy serás mía.

Con mi mano en tu hombro ejercí una ligera fuerza que te indicaba y obligaba a acostarte conmigo sobre ti, pero mis labios no se acostaron en los tuyos, mis labios buscaron tu cuello donde entre mordidas pequeñas, dejaban salir de ti pequeños gemidos casi susurrados...

-Hoy el universo será tuyo, pues el placer no será terrenal será divino.

Fueron las palabras que te susurré al oído mientras te quitaba poco a poco el vestido mis labios besaron los tuyos, bese tu barbilla, el medio de tu cuello y como aventurero me fui abriendo camino entre tus pechos, pechos de un tamaño perfecto, te quite el sostén haciéndote arquear la espalda pues sabias cual era el propósito de mi acción...

Dejaste ver a mis fascinados ojos tus pechos, tus pechos tan hermosos, cuyos pezones pequeños pero ya firmes como roca, mi boca conocieron. Mi lengua conoció muy bien tu pezón derecho tanto que en esta noche estrellada la detallo perfectamente... Entre movimientos circulares de mi lengua sentía tus respuestas y no pudiste ahogar gemidos cortos... En mis piernas podía sentir como las tuyas se movían, quise conocerlas pero esa idea fue totalmente eliminada tras haberme quitado mi camiseta, tu bajaste tu vestido hasta tu cintura... Oh esa cintura pequeña bajo el abdomen mas hermoso que alguna vez veré... Quise verlo mas de cerca y así fue, acerque mi boca a tu abdomen y mi lengua hizo un recorrido circular alrededor de tu ombligo, y le dedique un pequeño beso, cosa que me mostraste te hizo sentir un cosquilleo tierno pero excitante...

Baje poco a poco a tu pelvis mientras el dedo índice de mi mano derecha bajaba suavemente por entre tus pechos, desde ahí podía escuchar lo agitada de tu respiración cosa que me encendió aun mas.

-Tengamos el mundo en nuestras manos, solo esta noche.

Fueron tus palabra bella dama y yo como un respetado caballero atendí la orden, te quite el vestido y aun no puedo creer que haya algo tan infinitamente precioso como tu cuerpo desnudo... te miraba a los ojos en un momento súbito en el que contemplar no fue suficiente, quería mas de ti... Baje mi cara hasta tu monte de venus y centímetro a centímetro sentía el temblor de tus piernas y me excitaba...

Fue cuando al abrir tus piernas dejaste ver lo que me hizo desearte más que a la vida misma, me acerque atónito a ti y con un pequeño beso me presente... Eso te encanto y me sonreíste, me moje los labios con mi lengua y bese suavemente tu vagina la cual me regalaba un néctar tan especial que ni el mejor vino igualaría su sabor... Fueron mis besos los cuales te estremecieron, te movías, sudabas y temblabas.

-Si, si, me encanta dios mío.

Así fue, yo era tu Dios... quien al posar sus labios sobre tu clítoris te hizo sentir las estrellas en tus manos, dándome gemidos de deseo que ya callados no eran oh no, estos eran gemidos de placer inmenso.

Mirándote a los ojos me desabroche el pantalón el simple sonido del botón pareció hacerte sentir tan ansiosa, te mordías los labios lo deseabas y lo sabia. S facebook.com .

-Daniel Aldana

La Diosa y el Dios [Erotico]  [One-Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora