Ya no hay vuelta atras

8 1 0
                                    


Con un fuerte golpe cierro la maleta y la llevo al salón. Ya estaban todos allí, mi familia completa, mis padres, mis dos hermanos mayores, Carlos y Daniel (El último de ellos ya no vive aquí pero ha venido a despedirse junto con su novia, Cat )y mi hermana pequeña con su oso de peluche.

Todos están ansiosos y nerviosos al igual que yo. Me parece todo como si fuera un sueño, no me puedo creer que este día haya llegado, me parece casi mágico.

-¿Nos vamos?- pregunto con ansia.

Cada presente de la sala me miran con... ¿Preocupación? 


No lo entiendo, tengo ya 16 años casi 17, no soy ninguna niña pequeña la cual tengan que preocuparse todo el día de mí. Por un lado me enfada, es como si no confiasen del todo en mí, como si no me fuera a cuidar durante los 2 años que vamos a estar fuera; por el otro... me entristezco por ellos, quieras o no, aun teniendo cuatro hijos vas a tenerle que decir adiós durante un tiempo a uno de ellos.

-¿Esta Bryce preparado?- Pregunto por el hermano de Cat, la novia de mi hermano mayor, es de mi misma edad por lo cual tendremos que ir en el mismo viaje.

-¡Que voy! ¡No me atosiguéis más por favoooor!- Oigo gritar desde el piso de arriba

- Genial...- digo en voz baja

-¡Sofia!- Dice escandalizada mi madre

-¿¡Que!? Ni que haya dicho una barbaridad, siempre llega tarde y hoy no podía ser una excepción, mas siendo el día de El Cambio- dicho esto bajo los poco escalones que me faltan, dejo la maleta y me situó entre mis dos hermanos.- Y además no me llames Sofia.

Esperamos unos minutos, todos tenemos los nervios a flor de piel.

-Voy a ver qué pasa- Dice Cat, acto seguido ya estaba subiendo por las escaleras

Poco a poco los que quedamos en el salón nos vamos sentando.

Ya estamos en el coche, veo como paso con velocidad las calles que me vieron crecer, veo cada detalle; el gato que siempre está en el portal de Doña Angustias, el semáforo que le falta un retoque de pintura, los distintos carteles de publicidad y las pintorescas casas que rodean mi barrio; lo voy a echar de menos.

Pero esto es algo por el que tenemos que pasar cada habitante de este país. Todos los jóvenes que hayan terminado la escuela superior tendrán obligación de procesar El Cambio. Un procedimiento de madurez social, mental e intelectual; la cual nos va a enseñar de una forma más práctica que es el mundo que nos rodea y como nos manejaremos en él. O por lo menos es lo que pone en el folleto que nos entregaron el último día de clase.

Todo el mundo espera el día que zarparemos hacia nuestro viaje, solo iremos las personas que hayan terminado ese mismo año los estudios, y estaremos totalmente aislados de nuestra ciudad durante 2 años.

Nadie habla sobre cómo fueron esos dos años en El Cambio, la ley lo prohíbe; se supone que todo el mundo tiene que llegar allí sin ninguna idea de lo que te pueda pasar.

El Cambio es uno de los mayores misterios que tienen que lidiar las personas menores de 17 años.

Ya hemos llegado al aparcamiento, está lleno de gente, el bullicio es casi insoportable. Salimos poco a poco del coche y recojo mi maleta, en esta solo he podido meter lo que la lista me permitía, lo que no es mucho la verdad.

Estamos en una gran plaza, como he dicho anteriormente, llena de gente, en medio de esta hay una gran fuente y en el fondo una puerta de madera.

Después de encontrar a mis amigos y saludarlos a llegado la hora. Tenemos que entrar por la puerta de madera para no volver hasta dentro de dos años.

Vuelvo donde está mi familia y los veo, los veo a todos mis hermanos hablando con mis padres intranquilos, nerviosos y mi hermana como ausente de todo esto está en los brazos de mi padre jugando con su peluche. Los recuerdos me vienen a la memoria y se me llenan los ojos de lágrimas, no quiero dejarles marchar, son mi familia. Pero no, no voy a dejarles ver que aunque estoy emocionada también estoy asustada por lo que me va a deparar estos dos años.

Me acerco y me ven, sin aguantarlo más los abrazo y una lágrima se resbala por mi mejilla, pero rápidamente la seco con el dorso de mi mano, nos soltamos.

Amelia, mi hermana pequeña, la cual ya estaba en el suelo me rodea con sus pequeños bracitos y noto como sus lágrimas empapan mi uniforme.

-Ey, ey, bicho- le digo poniéndome de cuclillas y levantándole con cuidado la carita para que me mirase- no llores, voy a volver dentro de poco- le digo con una sonrisa.

Me mira con curiosidad hasta que me dice

- ¿Y por qué lloras tú?- Al ver que no le contesto prosigue -¿Y dentro de poco? ¡Son dos años!- Me espeta

- Dos años se pasan volando- Le explico

- Pero, pero, cuando por las noches tenga miedo donde podre ir ¿eh? Durante esos dos años ¿Dónde? O... cuando Oso te eche de menos ¿qué le diré? ¿Quién me ayudara con mis deberes?

- Mira... seguro que Carlos estará encantado que duermas con él, y a Oso le dices que volveré dentro de poco y seguro que papa y mama estarán encantados también de ayudarte con los deberes ¿Vale?- Dicho esto la abrazo y le doy un beso en la frente.

- Mama... Te voy a echar mucho de menos ¿Lo sabes? Bueno... a todos os voy a echar mucho de menos. Y ya sabéis que no me gustan estas despedidas cursis y empalagosas, además de que no hay tiempo y las dijimos ayer, así que lo resumiré diciendo que os quiero y os echare muchísimo de menos, bueno ya os lo he hecho y estáis aquí- una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro, aun que enseguida se desvanece.- Así que imaginaros.

Mama me abraza y se lleva a Amelia de ahí, no antes sin decirme 'Te quiero'.

Después me abraza Papa, el cual antes de soltarme y darme un beso en la mejilla me susurra: 'Da igual lo que tengas que hacer en El Cambio, eres mi niña, mi pequeña niña y siempre estaré orgulloso de ti'. La verdad es que no entendía que mi padre me dijera eso, supongo que serán los nervios.

Después llega Carlos, es el que más cercano a mi es, ya que solo se lleva tres años conmigo. Me abraza con una sonrisa y me dice:'' Mocosa, que sepas una cosa aunque me cueste admitirlo la casa va a estar muy vacía sin ti''

-¿Eso es de alguna forma un ''Te voy a echar de menos, mi hermana favorita del mundo entero?- Le digo bromeando

-Ya te gustaría- Después de esto me abraza y me dice al oído ''No se lo digas a nadie, pero El Cambio no es lo que parece, no es ningún tipo de libertad, que es como lo venden, tú tienes que ser fuerte. Hazlo por mí y por tu familia.- sé que se le ha borrado la sonrisa de la cara.

Me separo de él y le miro a los ojos, una advertencia hay en los suyos.

-Yo también te echare de menos- le digo disimulando para los demás.

Me doy la vuelta y me encuentro con Daniel, me tiende mi chaqueta

-No vayas a tener frio en el viaje- la cojo y al cogerla noto una carta entre mis dedos, le miro con curiosidad y él me manda una indirecta con la mirada.

- Gracias, Dani- Nos abrazamos

- Te quiero Dana, que lo sepas

Veo como las puertas de madera se abren, nos hemos colocado en varias filas, unas cinco de veinte alumnos cada uno, no somos muchos esta generación y cada vez son menos personas las que hay. Durante décadas ha habido una gran decadencia en la población. Al principio no se notaba, por lo que no se daba la importancia que tenía, pero ahora, mirando las cinco filas se nota. Se nota y mucho.

Vamos entrando poco a poco hasta encontrarnos enfrente de cinco autobuses. Uno para cada fila. Nos van diciendo el nombre junto al número de nuestro autobús.

-Lydia Márquez, autobús 3

-Marcos Guilar, autobús 5

- Bryce Pla, autobús 2- ahí va el causante del que casi lleguemos tarde.

-Carina Gómez, autobús 3

-Dana Sofia Cruz, autobús 2

Y ahí voy, caminando hacia el lugar que me cambiara para siempre.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 11, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Prisioneros de nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora