Vicers sabía que no había manera, sabía que no podía ser algo que no era, sabía que no podía ser lo que Rosaliya quería, sabía que él no era nada. Sintió sus ojos picar, su mirada comenzaba a nublarse y un nudo se formaba en su garganta. Levantó la mirada del suelo para ver a la Diablo de rosa frente suyo, sus ojos abiertos tanto que temía salieran de sus cuencas, sus manos cubriendo su boca y en shock total.
Te amo. ¿Estaba condenado eso? ¿Estaba tan mal que él, precisamente él, dijera eso? ¿Estaba mal que sintiera eso? ¿O acaso estaba mal el amarla a ella? ¿Estaba mal que Vicers estuviera enamorado de Rosaliya? La fémina juntó sus manos y miró a todos lados menos a él. Al parecer sí. Se mordió el labio inferior que comenzaba a temblar.
Desde el principio supo que había sido una estupidez, desde que conoció a la Diablo supo que aquel sentimiento sería contraproducente. Desde siempre supo que no tenía oportunidad alguna con Rosaliya, lo sabía, y aun así se lo dijo, le dijo sus más profundos secretos. Se dejó llevar, dejó que su estúpida y pequeña esperanza se apoderará de él. Bajó el rostro y apretó los puños, sus garras desgarrando el material de sus guantes e hiriéndose a sí mismo.
—Vicers...—.
Levantó el rostro de golpe, Rosaliya se sobresaltó y lo miró sorprendida. No supo en que momento su última barrera cayó, pero ahora Vicers se encontraba llorando, las saladas y pesadas lágrimas rodaban por sus mejillas y caían al suelo. Se llevó una mano al rostro para comprobar que no eran imaginaciones suyas, al sentir el agua comprobó que no se trataba de un mal sueño, de un juego de sus pensamientos. Sin darle tiempo a continuar a Rosaliya, habló con firmeza.
—Está bien, todo está bien—. No sabía cómo su voz podía ser tan estable con su estado actual. —Fue error mío, no te preocupes, todo está perfecto—.
Rosaliya le miró, sus cejas se fruncieron en un gesto de dolor, su mirada bajó y Vicers logró ver como sus ojos parecían llenarse de lágrimas. Ahora se sentía mil veces peor, la había hecho llorar. Se limpió las pocas lágrimas que escaparon, inhaló largo y tendido, para después exhalar todo, sus manos temblaban.
—Lamento haberte puesto en tan terrible situación—. Dijo, mirando a otro lado. —No volverá a suceder, te lo prometo—.
Y sin más, sin despedirse como solía hacerlo, sin mirarla siquiera, Vicers se fue. Su gabardina ondeando y su robusta cola serpenteando. Rosaliya observó en silencio como el Diablo abría un portal y desaparecía por el mismo, con pesadez regresó la mirada al frente y observó las manchas de lágrimas que cayeron de los ojos de Vicers comenzaban a desaparecer del concreto. Cerró los ojos, ella misma sentía las lágrimas salir.
El Diablo era un amigo, un amigo cercano que conoció en una de las tantas reuniones que organizaba Satanick. Alguien callado, distante y aterrador; que por dentro era alguien que tenía problemas de comunicación. Le recordaba a Kcalb, ambos eran incapaces de explicarse, ambos sufrían de mal entendidos por culpa de su apariencia. Tan parecidos, y tan diferentes.
Kcalb tenía el apoyo de su Diosa, de su pueblo entero, de tantas personas. Mientras que Vicers... ¿Qué sabía de Vicers? Además de que era forzado por Satanick para estar en cada reunión, ¿qué sabía de él? Rosaliya ocultó el rostro entre sus manos, intentando apaciguar su llanto sin éxito.
Vicers paró, no sabía dónde estaba y era lo que menos le importaba en ese momento. Deseaba ir lejos, lo más lejos posible. De ella, de todos, de sus propios sentimientos. Trastabilló y cayó al suelo, se sostuvo con sus manos y observó la tierra. La suave tierra comenzó a mojarse y a oscurecerse.
El Diablo gruñó; gutural y brutal, más parecido a un gruñido animal. Azotó los puños contra la tierra, creando largas grietas bajo sus puños. Cerró los ojos y dejó caer la cabeza sobre sus manos, aun arrodillado en el suelo. Estaba condenado a no poder amar y ser amado, estaba condenado a una vida de dolor y soledad. Y sabiéndolo, cargó su corazón en las manos y lo arrojó a los rosales.
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Ya sé que Vicers y Justim se traen algo, pero esto lo comencé a escribir mucho antes de saber eso. Y me gusta shipear a Vicers con medio mundo ;)
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Espinas de rosa
FanfictionCuidado con las rosas; son hermosas, pero sus espinas son letales.