Capítulo 1

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Damian inhala profundo, intentando llenar por completo sus pulmones y así relajar su cuerpo entero mediante ejercicios bien medidos de respiración, quizás hasta debería meditar.

Una tontería.

La tranquilidad está en el ataque, en embestir a golpes contra el enemigo hasta sentir los nudillos adoloridos y en carne vive. Hasta dejar a uno con vida.

No sabe bien qué fuerza sobrehumana lo empuja a través del elegante pasillo hasta la puerta firmemente cerrada, sólo piensa que puede ser esta su única oportunidad para dar "el gran paso" y exhibir sus sentimientos largamente reprimidos.

¿Y si es rechazado? ¿Echado sin siquiera una explicación? Lo ha considerado bien. Ha dado vueltas al mismo tema durante sus horas insomnes e incluso cuando entrena.

Mientras fuerza la entrada usando una ganzúa no puede evitar pensar en las botellas que le vio beber durante la cena, parecen ser suficientes para volverlo un poco más maleable aunque va bien preparado, por si acaso.

La puerta emite un bajo sonido de protesta al empujarla pero se abre lentamente dejando ver la penumbra interior, las largas cortinas corridas sobre enormes ventanas que apenas dejan entrar breves retazos de luz exterior, ese suave resplandor delinea el cuerpo echado bajo algunas gruesas antas, puede distinguir la forma perfecta incluso a tal distancia. Músculos fuertes, letales.

Cierra bien a sus espaldas, temeroso de que alguien lo vea, que alguien sospeche.

No hay movimientos, no parece haber despertado y al principio siente alivio, si duerme puede tomarlo por sorpresa. La sorpresa es un factor importante aunque considera más peligrosa su propia valentía.

— ¿Qué se supone que haces, enano demonio?

Sus palabras se arrastran unas sobre otras como si no acabasen de tomar forma antes de ser dichas. Por un momento infinito piensa que Todd está ebrio y no logra discernir si sería bueno o malo para el desarrollo de su misión, más luego cae en cuenta de que se encuentra atrapado en la vigilia, no completamente dormido ni tan despierto. El alcohol en su sangre no es suficiente, no lograría noquearlo, lo ha visto ingerir cantidades alarmantes antes sin siquiera balbucear.

—Vine a darte tu regalo de navidad, Jason.

Usa su nombre y no su apellido, se esfuerza en ello para enfatizar algo, que son iguales, que ahora no ha venido en plan "Robin vengador". Sólo son Damian y Jason en una habitación oscura.

—No debiste molestarte, ¿es otra palanca? ¿Piensas matarme?

El sarcasmo y el recuerdo le causan una ligera vergüenza. Mirando en retrospectiva fue bastante infantil de su parte regalarle algo así, no pudo evitarlo, tenía diez y Todd a veces es irritante.

—Algo aún más valioso e incomparable, deberías sentirte honrado.

Jason parece ligeramente interesado, se incorpora despacio sobre los codos, observándolo. No puede distinguirle muy bien los rasgos en esa penumbra pero a medida que avanza, completamente descalzo u usando únicamente la túnica de Robin, puede notar el brillo en sus ojos, expectante.

Comprende, no sin cierta envidia, porqué tanto Talia, su madre, como Bruce, su padre, están tan interesados en ese roto pajarito.

No sólo atrae la fuerza bruta contenida apenas y esa perspicacia suya, es un magnifico soldado, forjado con dureza en las calles, sin embargo hay algo hermoso en su corazón mancillado, algo delicioso en ese dolor que emana y la necesidad de cariño, aprobación.

Feliz navidad Jason ToddWhere stories live. Discover now