Neblina al viento

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VIII

NEBLINA AL VIENTO

Aunque el verano de este año era poco caluroso y luminoso, para él aún seguía siendo muy difícil llevar una rutina diurna, sin embargo, al haber asumido su rol como líder de los vampiros y habiendo desaparecido el consejo de ancianos, los asuntos administrativos del senado parecían acumularse rápidamente día a día absorbiendo gran parte de su tiempo. Precisamente hoy, debía terminar de revisar varios documentos antes de poder ir a dormir un poco.

Con Zero parecía suceder algo similar, la asociación, sus estudios y el fungir como su guardián lo mantenían muy ocupado; aunque sin duda hoy lo había visto dormitar más de lo común y ni siquiera podría decirse que se debía al sol del verano, ya que las cortinas estaban corridas impidiendo el paso de la luz.

Levantó nuevamente el rostro hacia él sólo para encontrarse con que finalmente se había quedado dormido. El viento de verano se filtraba hacia el despacho meciendo las cortinas suavemente y agitando un poco su pelo. Se puso de pie y se acercó a él, retiró el libro de sus manos y lo colocó sobre la mesa y luego lo observó detenidamente; lucía bastante relajado, pero era obvio que estaba cansado.

¿Cuántas misiones había realizado este mes? tres, no, cuatro; y con cada una estaba más tentado a exigir a la Asociación que dejaran de enviarlo a ellas mientras fungiera como su guardián, pero temía que Cross, influenciado por Yagari, relevara a Zero y decidiera enviarle a alguien más para encargarse de su seguridad; después de todo él no tenía ninguna injerencia dentro de la Asociación. No, prefería no tentar a su suerte todavía, y menos después de aquella discusión que había tenido con el muchacho con respecto a Shirabuki Sara.

Como fuera, por alguna razón ayer Zero había regresado  muy tarde, casi al anochecer. Lo habían mandado llamar por la mañana para una reunión y sin embargo todo el día había estado fuera. Hasta donde sabía no se le había asignado ninguna misión después, pero aun así llegó con el abrigo sucio y una expresión seria en el rostro y se enclaustró en el Chalet después de preguntarle si necesitaba de él. No quiso molestarlo y dejó que se marchara pese a la inquietud que se formó en su pecho al verlo en esas condiciones.

Y ahora lo tenía aquí, profundamente dormido. Capturó un mechón de su pelo y por un momento jugó delicadamente con él entre sus dedos. Le fascinaba la manera en que Zero lo llevaba, el largo, su textura y su color al ser bañado por el sol de la tarde y la manera en que el viento lo mecía. Sonrió.

—¿Kiryū-kun? —lo llamó suavemente. El joven no reaccionó así que posó la mano sobre su hombro y lo sacudió ligeramente mientras se acercaba más a él —¿Kiryū-kun?, despierta.

Zero abrió los ojos lentamente, pero apenas lo hizo por completo, sorpresivamente de un fuerte manotazo alejó la mano del vampiro de él.

—¿Qué haces?

—Lo siento, yo...

—No vuelvas a tocarme.

El cazador se puso de pie, Kaname no lo había visto a la defensiva desde hace mucho tiempo.

—Te quedaste dormido, quizá debas ir a descansar.

—Estoy bien.

—No, no lo estás. No sé qué es lo que hiciste ayer que te agotó tanto, pero no me funcionas como guardián en esta condición.

—Ya te dije que estoy bien, es sólo que hace demasiado calor y estar aquí encerrado me harta.

—Estás mintiendo Kiryū.

—Pues si eso crees, en ese caso entonces es claro que deberías solicitar a otro cazador como tu guardián.

Ante esas palabras, Kaname abrió los ojos con incredulidad mientras Zero pasaba a su lado para salir del despacho; se iba a girar para detenerlo, pero fue justo en ese momento que el joven se tambaleó ligeramente; él en un impulso lo alcanzó y lo sujetó del brazo para evitar que cayera, pero Zero volvió el rostro hacia él completamente molesto y su mirada centello en carmesí por un instante.

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