Una noche para no olvidar- parte 2

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Si alguien hubiese retratado mi cara en ese momento creo que seria una mezcla entre pícara, felicidad extrema y muy caliente a la vez. No me lo pensé dos veces y mis besos empezaron a caer por su pecho, por su estomago y por sus piernas. No quería ser muy directa y me apetecía hacerla sufrir un poquito más, para devolverle este rato de besos intensos en los que no me había atrevido a hacerle casi nada. Su respiración cada vez sonaba más alta y entrecortada, con cada roce de mi boca en su fina piel se le escapaba un gemido y sus uñas se iban clavando con más intensidad a mis brazos. Cuando me aventuré para acabar lo que habíamos empezado noté como sus manos se dirigieron hacia mi espalda. Lo entendí como permiso para quitarle la única prenda de ropa que le quedaba. Mis besos empezaron suaves en el interior de sus muslos y a medida que me acercaba los hacia más intensos, sus dedos seguramente me estaban dejando marca porque no me habían agarrado nunca tan fuerte. Lamí suavemente y seguí dándole besos por todos los sitios que se me ocurrían. Estaba muy mojada y no paraba de pedirme que siguiera. Mi lengua y su clítoris empezaron a jugar, su pulso se iba acelerando y el mío con ella al verla entrar en éxtasis. Al cabo de unos minutos y tras muchos gemidos soltó un grito que seguramente había despertado a toda la calle. Su cuerpo se relajó y su respiración fue bajando de intensidad.

La abracé muy fuerte porqué no quería separarme nunca más de ella. Y se puso como una bolita a mi lado. Parecía que le estaba entrando vergüenza.

-Todo bien? No te ha gustado? – Escondió su cabeza.

-Si... y quiero intentar hacerte cosas pero me da un poco de vergüenza...

-Quieres que te diga la frase que me has dicho a mi para que se me quite el miedo? Hazme lo que te apetezca, yo también soy toda tuya.

Se deshizo de mis braguitas con un movimiento rápido, se colocó encima de mi y empezó a juguetear con sus dedos. Sentía tanto deseo que seguramente en dos minutos ya me habría ido. Nunca había deseado tanto a alguien, y lo estoy pensando en un momento de lucidez. Sentir como acariciaba todo mi cuerpo me hacia estremecerme de una manera brutal, mi cuerpo a partir de aquel momento había dejado de ser exclusivamente mío, ahora pertenencia a las dos. Noté que sus dedos empezaban a acariciarme la zona más íntima de mi cuerpo y no pude evitar chillar. No sé exactamente lo que está haciendo pero ojalá me lo hiciese toda la vida. Me agarré a su espalda con fuerza y la besé con toda la intensidad que pude. Empezó a hacer movimientos rápidos y mi cuerpo se vio invadido por una sacudida de pequeñas descargas que me hacían gritar más y más. Tenia su oreja cerca de mi boca y cuanto más chillaba más aceleraba. De golpe chillé hasta dejarme el alma en ello. Había sido el mejor orgasmo de mi vida.

Nos abrazamos desnudas y pocas horas después sonó mi teléfono.

Novio Ana: Ana cariño! Que llevo horas intentando localizarte!

Ana :Lo siento cariño, me quede dormida sin decirte nada. –dije en voz baja para no despertar a Mimi.

Novio Ana: No te preocupes, pero tendrías que venir lo antes posible, tu abuelo ha tenido una caída en casa y estamos tu padre, tu madre, tu abuela y yo en el hospital.

Ana: Que dices? Están bien lxs dos? Seguro que mi abuela lo intento ayudar y ella también se habrá hecho daño.

Novio Ana: No te preocupes, fuimos a ayudarles de seguida. He mirado vuelos y puedes coger uno que sale de aquí una hora, he llamado para ver que te costaría y solo tienes que pagar la diferencia porqué es con la misma compañía.

Ana: Muchas gracias por todo! Preparo todo corriendo a ver si llego. Hasta luego cariño!

Novio Ana: Aquí te esperamos! Un beso.

Y colgó. Y en mi cabeza retumbaba caos y culpa. La vi allí dormida y me supo mal despertarla y mucho más preocuparla. Le dejaría una nota. No me arrepentía de lo que había pasado pero no me podía quedar para decírselo. Eso si que me sabia mal. Preparé la maleta a la velocidad de la luz y antes de salir por la puerta le dejé una nota:

He tenido que volver a casa antes de lo previsto,

no se si tú te arrepientes de lo de esta noche,

llámame esta noche y lo hablamos.

Te quiero, mucho.

Y me fui por la puerta.

Cuatro horas más tarde

Narrador externo

Mimi se levantó de la cama y busco a Ana por la habitación. Allí no había nadie. Se sentó en la cama y miró hacia todos los lados. Ni rastro. A cada segundo que pasaba notaba como su corazón se iba rompiendo a pedazos. Le costaba respirar. Miró el móvil y tampoco tenia ningún mensaje. Nunca se había sentido tan sola. Se vistió, se puso los cascos que llevaba en el bolso y se puso la música a todo volumen para intentar no pensar. Al cerrar la puerta tras de si busco como llegar a su hotel. No pensaba hablar nunca más a aquella chica, era la primera y la última vez que alguien jugaba con ella. A cada paso que daba intentaba reprimir las lágrimas que le salían de los ojos. Ni una nota, ni un adiós, ... sólo había jugado con ella. 

No me faltes nunca, WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora