Parte única

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Sabía que debía de parar. Que debía gastar mi dinero en algo más eficiente que un disfraz de Halloween, pero mientras Mister furry subía al sillón y yo abría la aplicación de la calculadora en mi teléfono, supe que quizá tapizar los sillones, que mi gato había destruido, no era tan necesario este mes.

--Tengo razón, ¿no es así, Mister furry? —rasqué a mi gato detrás de la oreja, maravillándome en el hecho de que no se hubiera alejado de inmediato.

La verdadera pregunta en ese momento era de qué me disfrazaría este año.

Desde que era pequeño, disfrazarse en Halloween era una tradición que la familia Styles no se perdía nunca. Y no escatimábamos en gastos cuando se trataba de impresionar a los demás con nuestros trajes.

Pero, ahora, viendo alrededor de mi pequeño departamento de concepto abierto, con una pared descascarada y un calentador de agua que a veces no funcionaba, me había cuestionado sobre la verdadera importancia de la tradición.

Una mirada casi culpable a las páginas de disfraces me convenció de lo contrario.

Así que aquí estaba. Un jueves por la noche. Dividiendo mi dinero entre lo más esencial para sobrevivir este mes y el presupuesto para mi disfraz. Me había resignado a arrendar uno, o por lo menos a hacer unos ínfimos cambios a mi vestimenta. Gemma era el genio que los confeccionaba, yo solo los modelaba... pero me veía fabuloso haciéndolo.

Ya había visto muchas ideas. Había visto de calaveras, de Joker, de pirata, de mimo depresivo e incluso de Mario Bros, pero ya había sido Mario cuando tenía ocho, y no me gustaba repetir de disfraz.

Seguí buscando más ideas en varias páginas más, busqué maquillajes en YouTube... incluso llegué a decirme que si remodelaba una idea de Pinterest no terminaría siendo un desastre, pero luego de dos horas y un desprecio por parte de Mister furry, aun no encontraba mi disfraz.

--Está bien—suspiré--. Quizá mañana encontraré algo mejor. Y tú—señalé a Mister furry que se hallaba acostado perezosamente en el sillón que sin falta iba a tapizar el próximo mes--, deberías de tratarme mejor, soy yo lo que se interpone entre tú y un refugio de animales.

Mister furry continúo ignorándome mientras me dirigía a mi cama. Me quedé dormido en el momento en que toqué la almohada

Desperté. Sobresaltado por la luz del sol.

8:30. Llegaba tarde a clases, me había ido a acostar tarde y me había levantado apresurado, despeinado y sin haberme lavado los dientes.

Pedí a cualquier dios que me escuchara que las clases no hubiesen comenzado todavía.

Entré rápidamente por las puertas de la universidad, mientras corria por los pasillos, tratando de suprimir un bostezo.

Supe que cualquier dios que me hubiese escuchado me odiaba en cuanto abrí la puerta del salón de clases y la lectura ya había comenzado.

--Señor Styles—me saludó el Señor Payne, nuestro profesor de literatura--. Espero que haya sido un buen sueño el que le impidió llegar a tiempo.

Bajé la cabeza y sentí el calor subir a mis mejillas.

Algunos de los estudiantes se rieron, mientras otros solo lucían molestos por la repentina interrupción.

Caminé hacia el fondo del salón. Lanzando maldiciones y deseando que dejaran de prestarme atención. Me gustaba la atención, lo admitía, pero nunca de este tipo.

Habían pasado diez minutos en el que tenía que luchar para mantenerme despierto, cuando siento que me empujan en el hombro con un dedo.

--Pssst—me llamaron, en lo que creían un susurro--, Harry, oye, escúchame.

¡Si fuéramos pareja!Where stories live. Discover now