Probablemente, la incertidumbre era la mayor inquietud actual de la sociedad que alguna vez había convivido con normas, leyes y gobernantes, entre calles atestadas de luminosidad, resonancias y brío; totalmente diferente a la actualidad. Ya hacía tres años que la epidemia nombrada como ''Damna sensu'' había osado arrasar las rúas de cada uno de los sectores urbanos, provocando el caer de las redes y la desolación extrema, así como la lucha por la supervivencia que a su vez significaba el manejo de armas blancas y de fuego.
Kuroo, como todos y cada uno de los sobrevivientes, se asqueaba de lo que causaba el dichoso virus, ¿Cómo no? Si por un mero mordisco, pasados los tres días, se podían apreciar los globos oculares de la persona atacada inyectados en sangre, putrefacción en distintas zonas de la anatomía y brotes de hongos, así como una actitud violenta e impropia de la persona. Y si eso sucedía, no existía cura que pudiera salvarlos de tal calvario, o al menos aún no era creada y probablemente nunca lo fuera, pues los recursos disminuyeron de manera brutal de forma universal y de todos los tipos; material de investigación, alimento, bebida, utensilios, todo.
Se estimaba que la causa de tal catástrofe se trataba de un error científico en un experimento que, como ya se sabía, resultó fatal y contagioso, por lo cual se expandió por todo el mundo.
- ¿Qué te sucede? Apúrate, nos toca entrar en la sección Z.
- De todas las personas, me tenía que tocar contigo. -Bufó con evidente molestia, rodando los ojos ante el gesto burlón que le enseñó su adversario. - Si las armas que buscamos no están allí, juro que te lanzaré a los leprosos.
- Inténtalo, bastardo.
Alistó su cinturón, asegurándose de cargar las armas necesarias y las bombas de humo que de alguna forma se las habían ingeniado para crear; si tenía que ser sincero consigo mismo, Suguru le generaba confianza. No solo por el hecho de que lo conocía años antes de la plaga, sino porque, por muy molesto y por tanto que intentara provocarlo, era bueno en lo que se vieron obligados a aprender: Defenderse, asesinar y escapar.
Supuso que tal sensación era a causa de los años que llevaban conociéndose, a costa de toda la rivalidad que tenían en todos los ámbitos posibles, ya fuera físico, en deportes, estudios, etc. Prácticamente, no había nada en lo que no compitieran, y no se trataba de esas competencias amistosas donde el ganar era relativo porque ''la amistad era esencial'', no, claro que no. Se trataba de esa especie de emulación en la cual se trataba de denigrar al otro costase lo que costase.
Sin embargo, todo sentimiento de empatía se esfumaba en cuanto el de cabello ocre hacía sus comentarios desagradables, de los tipos burlones y sarcásticos que ni con la crisis mundial se le fueron. En serio que se preguntaba cómo lo soportaba. Y, en serio se preguntaba también como podía gustarle tal adefesio.
- Además, ¿Cómo saben que ahí hay provisiones? Está lleno de esas cosas, dudo que hayan llegado hasta allí.
- Según sé, Alisa y Lev fueron a ese lugar por alguna anomalía, o algo así, y vieron las cajas, pero no alcanzaron a llevarlas porque llegaron los infectados. También vendrá Oikawa, porque, de lo contrario, es probable que seamos comida de los fungos.
- Es decir que, estamos en una misión suicida.
- Si, vas a morir conmigo. Aunque probablemente te deje allí para huir y sobrevivir. Te recordaremos como el idiota con el cabello de recién levantado, Kuroo, descansa en paz. -Antes de tener tiempo para refutar aquella burla con un argumento, a su parecer, mejor, fue interrumpido.
- ¡Tetsu! ¡Suguru! -Se oyó el llamado a tan solo unos pasos de distancia, por lo cual ambos voltearon. - ¡¿No están emocionados?! ¡Son muchos infectados!
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Walkie-talkie |KuroSugu|
FanfictionKuroo se pregunta como en medio de la epidemia que arrasó el mundo relativamente tranquilo que el hombre tardó milenios en construir, Suguru puede portar consigo una especie de Walkie-talkie que, al parecer, funciona, teniendo en cuenta que todas la...