I just...

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«Aquí estoy, llorando de nuevo en aquel rincón de esa oscura habitación. Sólo, como siempre...» Pensó.

Johnny se levantó con la poca fuerza que tenía y se dirigió a aquel viejo armario que escondía lo poco que le quedaba de felicidad. Abrió con cuidado las puertas y se agachó un poco, intentando llegar al fondo de este para poder alcanzar esa pequeña cajita. Cuando la alcanzó, sonrió con dificultad y lágrimas en los ojos. Habían tantos recuerdos en esas cuatro paredes de cartón. Su hombro chocó contra la puerta de madera, soltó un leve quejido de dolor. La noche anterior había sido un desastre, pero ahora o importaba mucho. Se sentó en el piso y se detuvo a admirar su cajita.

Cuando la caja estuvo por completo en sus manos, la abrió con cuidado y las lágrimas fueron aún más intensas. Sus sollozos abarcaban todo el lugar. Estaba hecho un mar de emociones.

Sacó una fotografía, su favorita. Él y Ten tenían una gran sonrisa en sus rostros, estaban abrazados y se les veía a simple vista el amor que se tenían. Hacia ya varios años que eso se había acabado. Toda esa felicidad se había ido... ¿Cuándo cambio todo?

Sacó una cadenita de oro que yacía en el fondo de la caja. Se limpió las lágrimas con el antebrazo y miro el pequeño diamante que estaba en el medio.

Quién diría que un amor tan hermoso, inefable, y único se convirtiera en una ola de desastre combinado con ganas de dejar a la otra persona.

Durante los primeros años de noviazgo todo era miel sobre hojuelas, tanto él como ten se llevaban de maravilla. Charlaban por horas, se besaban la mayoría del tiempo, se contaban absolutamente todo. Había confianza entre ellos, eran felices juntos, nada los podía separar, entonces todo se quebró.

Al inicio Ten olvidaba las fechas importantes, Johnny lo perdonó, no había problema, aveces uno solía tener mala memoria, ¿No?

Pero después no llegaba a casa por la noche, llegaba al día siguiente, perdido en el alcohol y con marcas en el cuerpo. Johnny lo perdonó, tal vez se había metido en problemas, no podía estarlo engañando.

Entonces cruzó el límite. Ten le pegaba, le decía que no era suficiente para él, que no era el novio que debía de ser. Solía aventarle cosas, quería lastimarlo, tanto física como mentalmente, y lo estaba consiguiendo.

¿Por qué Johnny permitía tanto? ¿Por qué dejaba que el tailandés le tratará de esa forma? Eso era lo que se preguntaban todos los amigo de él. Siempre buscaban ayudarlo, le daban consejos, le decían que dejará a Ten, que se olvidará de ese hombre tan inmaduro de una buena vez. Lo intentaron alejarlo de ese amor tan codependiente. Fracasaron de la peor forma. Johnny se había vuelto un esclavo, un prisionero de un amor unilateral. Dando todo lo que tenía y recibiendo nada a cambio.

Siendo un idiota, dejando que Chittapon le matará como quisiera.

Hubo una vez en que su mano se había quebrado por culpa de su novio, quien le había aplastado la muñeca con una puerta.

Ten tenía un solo objetivo, dejar hecho un desastre a Johnny.

Lo había engañado con medio mundo, incluso hizo que Johnny le viera teniendo relaciones sexuales con otro chico en la que era su cama. Pero después ahí estaba Ten, besando a Johnny y diciéndole que no podía irse de su lado, porque Johnny le pertenecía, solo a él.

Maldito egoísta.

Johnny sacó lo restante de la caja: fotos, cartas, y uno que otro pequeño pero muy especial regalo. Sí de algo estaba seguro era de que nunca podría dejar de amar a Chittapon. Él era su universo, era todo lo que necesitaba, pero ya no podía más, ya no podía seguir aparentando que todo estaba bien. Se había cansado de todo, quería irse, solo quería irse.

Guardó todo en su lugar y fue por aquella polvorienta y algo rota mochila para poder guardar ahí la caja. Suspiró. Ya no había vuelta atrás, ya no.

Se colgó la mochila mientras salía de la habitación, aún así iba a extrañar  ese lugar, bajó las escaleras y vió los pedazos de cerámica aún tirados en el suelo. Horas antes Chittapon le había aventado en florero, llegando a rozar una pequeña parte de su frente, sangrando un poco. Esperaba que algún día aquel chico pudiera ser feliz de una buena vez por todas.

Fue a la sala en busca de algo que había guardado desde hace muchísimo tiempo, por si la ocasión lo ameritaba. Movió uno de los grandes muebles de la sala y entonces vio el pequeño hueco que había hecho.

Quizás dejar todo era una salida, sí. Definitivamente lo era. Sin sufrimientos, sin ganas de nada. Más que de poder darle tranquilidad a su mente y a la persona que más amaba.

Johnny era como una flor que florecía en el lodo. Rodeado de dolor, de sufrimiento y cosas tóxicas que alimentaban su ya de por sí mala estabilidad.

El único pecado que había cometido aquel hombre fue amar tanto a alguien, fue permitir que Ten hiciera de él todo lo que quisiera. ¿Por qué el amor te hace ser un idiota? La verdad no lo sabía, pero ya no sabría de ello, ya no. Y eso estaba bien. Al menos para él.

Tomo aquel artilugio que guardaba tan bien y lo puso en su mochila, volvió a acomodar el mueble. De su bolsillo derecho saco un sobre con una carta dentro y un poco de dinero también, era para Ten, esperaba que le sirviera de algo.

Se dispuso a caminar, al llegar a la puerta se volteó, con nuevas lágrimas en los ojos al igual que con miles de sentimientos encontrados, no había vuelta atrás, lo sabía perfectamente. Quería irse. Irse lejos.

Iba a extrañar cada maldito rincón de aquel lugar. Iba a extrañar a Chittapon, pero tenía la esperanza de volverlo a ver algún día.

Entonces salió de ahí, con un nuevo rumbo, uno menos doloroso, uno que le daría toda la paz que le hacía falta. Sonrió y se abrazó a si mismo. Chittapon le perdonaría, él lo entendería por una vez. Sus ojos ya no lloraban, su sonrisa abarcaba todo su rostro. Tranquilidad.

Se dispuso a correr con toda la fuerza que pudo, sus pies iban a una velocidad increíble. El viento pegaba contra su rostro, aquello era irreal.

Iba a llegar al muelle, su lugar favorito en todo el mundo, además de ser el lugar donde encontro el amor y la desgracia. Se detuvo por la falta de aire, miro hacia el mar, conmovido, algo ansioso, satisfecho. Se quitó la mochila poniéndola en el suelo, sacó aquel objeto y lo preparó.

—Listo.

Suspiró.

—Te amo, Chittapon.

Entonces, se fue.


















Seo YoungHo murió el día primero de enero del año 2007. Una bala atravesó su cráneo, fue un suicidio. Se dijo que sufría de maltrato por parte de su pareja, un tailandés de nombre Chittapon Leechaiyapornkul. Ambos vivían en situaciones deplorables, en un ambiente tóxico y destructivo.

Ambos eran el todo del otro, así como también eran el mayor caos.

Chittapon fue acusado de maltrato y abuso. Éste se negó rotundamente, llorando por la pérdida de su novio, sufriendo por primera vez en su vida.

Johnny solo quería irse, y lo hizo. Se fue.

Pero le prometió a Ten verlo en su próxima vida, entonces cuando se vieran, él jamás se iría.

[Fin.]

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⏰ Last updated: Jan 02, 2018 ⏰

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I Just «JohnTen»Where stories live. Discover now