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Presionando su cuerpo contra el mío mientras besaba mi cuello, aprovechaba a escabullír sus manos bajo mi buzo, sus manos frías me hacían estremecer mientras yo lo abrazaba por el cuello. Volvío a unir nuestros labios impidiendome respirar, y aunque fuera todo muy lindo, mis pulmones pedían oxigeno, entonces comence a golpear levemente su pecho.

-Joder necesito respirar-me miró divertido-, ¿acaso no se te acaba el oxigeno?

-Teo-nos miramos frente a frente, sus ojos canela hacían que me dieran pequeñas descargas electricas en todo mi sistema nervioso-, cuando se trata de besar, tengo oxigeno resguardado de las veces que te pude besar y no lo hice ¿sabes cuantas veces fueron?-me reí divertido- puedo besarte cien años seguidos y no necesitaria para para respirar.

Se tiró sobre mi y cerro sus ojos, estaba tan apasible así. Pero sentía su corazón latir a la velocidad del mio, acaricie su pelo y bese su frente.

-Llegó mi papá, vamos a saludar querido James-el solo rodó los ojos y me abrazó mas fuerte, mi cintura podría romperse a causa de este sujeto-, en verdad es muy feo tu primer nombre, siento que James es un nombre de un empresario super macho que hace que mueras por el con una mirada.

-¿Acaso no lo parezco?- se sento y puso en pose sexy, según él-el mundo entero agradece mi belleza, y la hermosura de mi nombre.

-No lo pareces, ni-un-poco.

-Eres cruel, Teo. te salvas porque solo tienes un nombre, además eres la unica persona en el mundo que le gusta mi segundo nombre.

-Nathaniel es un nombre hermoso, casi tan hermoso como yo.

Comenzamos a reir, y volvió a tirarse en la cama, extentiendo un brazo haciendome entender que debería acostarme otra vez con él. Pero aunque su camiseta verde oscura, impregnada de su perfume, volara por los aires y quedara sin ella, rechazaría la invitación. Me senté al borde de la cama y acomode mi ropa, quería saludar a mi padre, me paré y lo quedé mirando, entendió mi mensaje e hizo lo mismo que yo.

-Compórtate.

Se encogió de hombros y sonrió pícaro mientras me daba un pequeño beso en los labios, sus suaves labios, sus dientes derechos, su misma presencia me daban ganas de volver a tirarme en la cama con el.

Bajamos las escaleras y vi a mi padre, cuyo nombre te hace pensar que es un chico joven y atractivo, pero es solo mi padre con unas cuantas canas en su pelo negro azabache. Al vernos sonrió, yo sí era afortunado, aunque estaba separado de mamá era un hombre alegre, y quizas lo que nos termino por unir en un lazo más fuerte padre-hijo fue su apoyo cuando supo de mi preferencia sexual, que a cambio de mi madre, no tardo en aceptar.

-Hoy llegaste más temprano-lo miré con ojos entrederrados-, ¿Liliana te dejo marcharte antes?-me reí de mi mismo, era bueno molestarlo con su secretaria-o fue rápido esta vez ¿o acaso no estaba el hombre guapo que trabaja frente tu empresa?

-¡Teo! tú y tus insinuaciones...-aplacando su risa que amenzaba con salir sacudio mi cabello-hoy no había mucho que hacer en el estudio-miró a Nathan-, hola James ¿cómo va todo?

-Muy bien señor John, haciendo que Teo ordene su habitación.

Ambos rieron, no sé con qué sentido lo habrá dicho, pero mi habitación siempre estaba ordenada.crucé los brazos y me fui a la cocina a preparar café, entonces me di cuenta que ya eran las siete de la tarde ¿cuanto tiempo había estado con Nathan en mi habitacion? Pero no era tiempo perdido, era más bien, tiempo ganado junto a él. Escuche que se acercaba mi padre a paso tranquilo, y quizas todo en mi padre era tranquilo y estable, quisiera ser como él.

-Acabo de aceptar una invitacion con unos viejo amigos-lo decía como pidiendo permiso, quizás sea la mamá de mi padre en cierto punto, haciendole acordar de las cosas, diciendole que acomode su habitación, sus pertenencias-, seguramente llegue en la madrugada pero si son más de la una sabes que no vuelvo-me fui hasta la cocina para encender la cafetera-, no tomaré café, me baño y me voy.

-¿Creiste que hacía café para ti?- me reí, en su cara se veía la resignación, siempre caía en mis bromas-bueno, solo asegurate de dejar diero suficiente para que compre pizza.

Asintió y se fue, oí que Nathan encendía la televisión. puse el café en dos tazas y las lleve a la sala de estar, las apoye en la meza ratona y me senté junto al chico de hermoso de mirada color canela.

-No me gusta esa película, cambiala.

-Pero es la mejor parte-besó mi frente y tomó la taza de café-, es un clásico.

-Clásico mi bolas-lo miré impaciente-, cambiala o lo haré yo.

-Okay, señor gruñon.

Pellizqué su brazo, como suelo hacer cada vez que me dice gruñon, y recordé cuando inicio todo. Él era tan insistente, todo el tiempo acorralandome para que aceptara salir con él, aunque estabamos en "algo" él si quería ser serio, yo solo quería que volviera a besarme sin decirme amor por un un instante. Reí ante los recuerdos, habían pasado tantas cosas, y aún así Nathan sigue siendo la persona mas compensiva que existe en este mundo, bueno, quizas despues de mi padre.

Sus dedos seguían paseando por mis cabellos, era tan relajante.

-Amor-susurro en mi oido, no me gustaba que me dijera amor, pero él parecía no entender. Si bien me encantaba que sea meloso, decirme amor me ponía los pelos de punta, aún más cuando el sabe que yo uso esa palabra cuando justamente mi cuerpo solo tiembla de placer e inconcientemente le pido que pare...-, vamos a tener la casa sola por un rato largo...

-Teo, mi nombre es Teo.

-Ya sé que te llamas Teo, amor.

Me levanté del sillón y fui a lavar las tazas, la mía aún estaba media llena, pero la costumbre de hacerme una taza llena de café no se me iba, la costumbre de cocinar para no comer no se iba. Escuche bajar a mi padre, soltó un -nos vemos luego- y salió rápido. Y supe rápidamente que nathan vendría hacia mí, me abrazaríapor la espalda y mordería mi cuello. Y eso pasó.

Su respiración en mi oido, uno, dos besos y una mordida en mi cuello. Sus manos viajaban libremente bajo mi buzo, delineando mi pecho con las puntas de sus dedos, y quizas ya había captado lo de "casa sola". Di media vuelta y me quede frente a frenta con el, su cabello castaño se veía muy sexy, quizás demaciado.

-Volviste a bajar de peso-sus ojos me estaban acusando de un pecado capital, y eso no me agradaba en lo más mínimo-, Teo... no caigas otra vez

-Nathan-desvié la mirada, no podía sostenerla-, bajé los cinco kilos que había subido. Sabes que odio estar en el peso que me indica el médico... solo estoy dos kilos debajo del límite.

-Yo...-me abrazó y escondió su cara en la curvatura de mi cuello-no puedo contra ti, mierda.

-Lo sé cariño, lo sé.

Le di un suave beso y me dirigí a mi habitación, estaba tan inseguro conmigo mismo. Las palabras de mi madre me seguian a cada instante "Te dejará cuando dejes de ser atractivo, no te ama realmente. Busca una chica, una chica que te ame para siempre" y el problema era ese, que yo solo lo amaría a él por siempre.

Me acosté y me tapé hasta el cuello, cada vez que bajaba de pepso sentía frío, pero no era algo que me molestara. Y no solo las mujeres comen y vomitan, y en los ultimos meses lo volví a hacer, porque aunque hiciera ejericio, me costaba bajar de peso. Sentí que Nathan se acostaba a mi lado y me abrazaba, su respiración se hizo más calma luego de unos minutos, me di vuelta para besar su nariz respingada, seguí con sus labios color rosa oscuro y por ultimo lo abracé para que esté mas junto a mi "tan juntos como la ciencia me lo permita", y pensé que si pudiera unir todas mis celulas con la de él, las uniría para jamás separarme.










El peso del cariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora