A Ti, Jiminie.

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A ti Jiminie, hermoso mio

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A ti Jiminie, hermoso mio.

Luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado y Alma mia.

Pequeño chiquillo travieso.

Era Minnie, solo Minnie en las mañanas, descalzo atrapando mariposas en el patio. Park, en la escuela, cuando tarareaba entre clases. Era Jimin, en la iglesia, cuando iba a misa todos los domingos.

Pero en mis brazos, conmigo, siempre fue Jiminie.

Jiminie será eterno, unico. Será el ardor de mi vida por y para siempre. El es mi pasión, la razón de mí ser.

El pequeño niño que era todo sonrisas cuando obtenía su historieta favorita, que ponía cara de frustración al recibir el evangelio de todos los domingos.
Ese pequeño chiflado, que gruñía y lloraba cuando no obtenía lo que quería.

Jiminie fue lastimado, roto.

Y fue mi culpa.

Oh, pobre de ti Jiminnie. Llorando todas las noches por tu madre, sollozando lentamente por tu miserable vida. ¿Yo te lastime tanto? ¿Era tan malo estar con este viejo?
Teniendo siempre esa mirada en tus ojos, triste, llena de impotencia.
Y sobretodo, de furia.

Probablemente yo debí, no... Yo debo estar avergonzado, lamentando arrebatarte tu infancia e inocencia de forma tan brusca y horripilante.

Pero no lo hago.

Porque mi querida audiencia.

El era malo.

Oh, yo más que nadie lo sé. Tú estabas destinado a la desgracia, a la tragedia. A llevar en tu mirada el odio. Tu destino estaba escrito al sufrimiento eterno. Tus muñecas estaban atadas a mí.

Eras tan bueno, que necesitabas ser malo para poder sobrevivir. Porque eras tan puro y bello, que necesitabas ser manchado.

Nadie me puede negar eso.

Tan adorable, mi pequeño, que si otras personas te hubieran tenido en sus brazos como te tuve yo, no hubieran dudado en mancharte. Yo lo veo en sus ojos, en sus almas, la avaricia de tenerte, de tocarte, de rozarte con la punta de sus dedos. De hundirte en el pecado.

¿Verdad, querida audiencia?

No de tal forma como yo lo hice, oh no, yo soy tu pesadilla personificada. Tú condena eterna. El recuerdo del que nunca podrás olvidarte. Yo marque tan profundo y hondo en ti, que ni muriendo lograrás olvidarte de.

¿Pero te vengaste, no es así?

Me hundiste en la miseria al quitarme lo más precioso que tenia.

A ti,Jiminie.

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