Sucedia algunas veces entre semana pero en los fines de semana era más frecuente, ella me visitaba.
Los colores de los edificios y murallas se convertían en una escala de grises, todo se derrumbaba siempre como si estuviera hecho de lodo. En alguna parte de la construcción ella había hecho un pozo que cada vez tenía menos tierra, en esta ocasión cuando fui a verlo, ya era imposible ver dentro de él.
Habían cuartos en los edificios sobrevivientes que empezaban a hacerse más pequeños y cuando trataba de salvarlos, el costal que me acompañaba siempre pesaba más, nunca he sido de las que me gusta darme por vencida, sin embargo, la experiencia me decía que moverlo no era una opción pues, ella lo llenaba de vidrios rotos al rededor.
Nunca pedi ayuda porque no queria, sin embargo una vez mi mirada me traiciono y habló por mi. Fue hace muchos años, apenas puedo recordarlo, a lo lejos algunas personas pasaron y me vieron, sé que querían ayudarme; sin embargo desistieron.
¿Por qué?
La espuesta no era difícil, ya que gracias a ella, cuando alguien me veía a los ojos solo podian ver en mi mirada odio y desprecio.
Era obvio que terminaran por alejarse.
Y aunque todas esas veces no habían sido nada diferentes, hoy el dia pintaba diferente. Al salir de casa vi hacía el cielo, estaba nublado y la lluvia empezaba a caer, nunca habia sucedido.
Mi costal podia cargarlo, la lluvia habia aligerado el peso, algo dentro de mí, me decía que algo habia cambiado. Corri a la ciudad, sin embargo, todo estaba derrumbado, incluso aquellos cuartos que habían sobrevivido antes.
Grito, el odio se acrecenta y sale de mi.
Me tiro al piso, las escalas de grises en los edificios, mi cara reseca, las manos llenas de sangre y mi cansancio, la maldicen.
A lo lejos puedo ver una sombra.
Es ella.
-¿Cómo puedes estar tan tranquila? ¡Derrumbaste mi vida!- grito con coraje mientras corro por ella.
Queria matarla, desaparecerla, la odiaba con todo el alma, no quería saber más de ella. Años de sufrimiento sin saber quien era el autor de ello.
Y hoy, no solo lo descubriria, también la mataria.
Intenté alcanzarla, corrí tras de ella como si se tratase de una carrera, sin embargo resbalé y caí en el lodo que se había formado cerca de aquel pozo. Alzo la mirada y decidida a levantarme, apoyo mis manos raspadas y sucias sobre el piso.
Parada bajo la tormenta a escasos pasos de mi, logré alcanzarla, ella quería ser atrapada, al darle la vuelta pude ver aquella cara que tanto odiaba pero mi garganta se cerro y caí de rodillas al piso.
Ahí estaba ella, riéndose y conservando un semblante tan hostil, que se tornaba familiar.