Viktor, un hombre soltero de 24 años, está undido en la soledad junto a su perro Makkachin, ya que no ha encontrado el sentimiento llamado amor.
Un día como cualquier otro, llega a su casa después de su pesada tarde de trabajo, al abrir su puerta, s...
Viktor Nikiforov es un hombre soltero de 24 años, hundido en la soledad junto con su perro Makkachin, ya que al no encontrar el amor, se siente vacío y desolado.
Trabaja en una oficina en el centro de San Petersburgo, Rusia. Es gerente de aquella empresa; su paga es buena y de eso no se queja, pero "el dinero no compra la felicidad", aunque en este caso, el amor.
Un día como otro, su secretario iría a dejar el montón de hojas las cuales tenía que firmar y firmar, aunque en esta ocasión no fué así, éste no iba al pasar de minutos, asta dar la hora, Viktor, al ver tal impuntualidad, decide llamarlo, al cual después de dos llamadas, con pesados gimoteos contesta, forma la cual rompería a cualquiera.
—M-murió... murió... Viktor -snif- ¡murió! acaba de morir!– Su secretario rubio gritaba lo último a desespero, lo que después de unos segundos, un fino pitido se escuchó, lo que indicaba que la llamada había finalizado.
Al escuchar esto, Viktor decide ir a reconfortar al menor, agarra su chaqueta y pide el primer taxi que pasa. Al llegar, la puerta estaba abierta. Descidió pasar ya que el menor no contestaba a sus llamados, pero cuando entró, lo que vió le hizo sentir mal. Un rubio de unos 23 años, se encontraba tirado en el suelo, sus manos tenían su celular apretándolo, con grandes lloriqueos que inundaba la habitación, estaba roto, herido, destrozado, o como muchos dicen, muerto en vida.
Al ver esto, corre hacia el menor, para consolarlo y escucharlo en su horrible noticia.
—Lo siento, Yuri.– ésto fué lo último que dijo, para esperar sin respuesta, lo cual sucedió.
—El se fue, estaba regresado del viaje -snif- y... ¡el avión calló!.– una mezcla de coraje y tristeza adornaban aquella voz.
Yuri Plitsesky tenía un prometido, el cual por unos asuntos de trabajo salió de viaje hacia Japón por unos días. Hoy iba a regresar, pero por una mala jugada del destino, a éste lo separó de su amado por un incidente que hizo fallar al aeronave y murió. Recibió tras ver las noticias.
*Reportero*— El vuelo de Japón hacia Rusia número xxxx que se realizó ayer xx del día xxxxx tuvo un fallo en las turbinas provocando que éste cayera al mar, habían xxxx personas, de estas habían xx menores, xx mayores de edad y xxx en edad mediana abordadas y ninguna sobrevivió.– Ésto último hizo que el menor dejara salir un gran llanto y grito, su prometido no sobrevivió.
Viktor, no comprendía su sentimiento, ya que a él nunca le rompieron su corazón así. Eso hizo que pensara "–¿Tan horrible es amar?–".
Él nunca conoció en realidad al prometido de su secretario, aunque había escuchado muchas cosas de él, que era amoroso, lindo, ojos color cafés con toque rojizo, cabello negro, que era muy bueno cocinando, origen japonés, entre otras; también aveces de casualidad escuchaba las llamadas de el rubio, no escuchaba su voz pero sí la manera en la que éste sonreía y se sonrojaba, en realidad se amaban plenamente, "–Qué envidia...–" pensaba Viktor siempre que escuchaba hablar al rubio con aquel extraño; él quería ser igual amado y también amar, quería esa sensación que todos tienen, menos él.
Después de unas horas de largos llantos, Yuri se quedó dormido, con una gran inflamación en sus ojos. Ante ésto, Viktor lleva al rubio a su recámara que era subiendo las escaleras. Llega a la primera puerta que vió y la abrió. Un aroma invadió su nariz, era un olor a rosas combinada con vainilla, pero con un toque duro; sin duda era el aroma del extraño, ya que el rubio olía a algo más simple, sin duda era un aroma embriagante y delicioso. Acostó al rubio en la cama que estaba a unos pasos de la puerta, ahí se encontraban unas camisas con el olor del extraño, eran más grandes que la del pequeño ruso. A lado de la cama, en la mesita de noche, había una lámpara y a lado de ésta una foto acostada, no se atrevió a mirarla, ya que tenía que retirarse de ahí.
Al pasar el día, Viktor se dirige hacia su casa, con ganas de ser recibido por su único acompañante, su fiel perro Makkachin, y vaya sorpresa, el canino no estaba en la puerta, solo se escuchaba sus ladridos, quizás estaba ladrando hacia afuera de la ventana como muchas veces lo hacia.
—¡Makkachin! ¡Ya llegué!– esperando que viniera hacia el, se sentó en la sala de su casa, en su gran y cómodo sillón.
Al no tener respuesta y solo escuchar sus ladridos, decide ir hacia dónde se hallaba su perro. Éste lo encontró dando vueltas sobre el piso, como si alguien estuviese jugando con él, al abrir más la puerta, el perro se da la vuelta, acomodándose sobre su panza, a los segundos después de aquella acción, sintió un escalofrío que recorrió sobre su cuello, toda su espalda y brazos, algo que a Viktor le pareció extraño.
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Holaaa! 😺 Aquí una idea que se me ocurrió hace un rato. Como ven, aquí hay un Yuuyu y un Viktuuri 😻
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También pueden ver mi otra historia que está en emisión.