Capítulo 1

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Eric descansaba en un sillón en su antiguo departamento en ruinas. Miraba hacia la puerta mientras la luna cambiaba a rojo. La sangre corría por las ventanas y el miedo que intentaba entrar en su mente se apoderaba de sus músculos. Hasta la mente más calmada y fría caería ante el horror de las noches sádicas de esta caza espiritual de los espectros; el horror carmesí.

La realidad se deformaba frente a sus ojos mientras los espectros se le acercaban consumiendo el mundo. Eric apretó el sillón con sus dedos y repetía el mantra secreto de los artífices para calmarse. Ya había hecho esto muchas veces. Respiró profundo, se levantó mientras la sangre comenzaba a inundar el departamento. Eric, ya más calmado, comenzó a buscar sus cosas. Sangre que provenía de otros mundos consumidos por el horror carmesí corría por las calles e inundaba todo. Todo lo que la sangre maldita tocaba era destruido en minutos de ser sumergido. Una vez el mundo está cubierto de sangre, todo desaparece.Los espectros ya estaban aquí.

Eric tomó de la mesa un amuleto extraño, un revolver y un diario de notas con una pluma fuente amarrada a este y los puso en su bolso. Caminó hasta el estante y sacó la petaca donde tenía un poco de whisky, unas rondas de balas y una bolsa de ositos de goma. Se dio la vuelta, cerró el bolso y se paró de espaldas a la puerta principal, la cual comenzaba a pudrirse junto con las paredes. La sangre que inundaba el departamento le llegaba hasta los tobillos. Estaba fría, pero sentía que por dentro sus pies quemaban. Eric cerró bien el bolso y sacó de su bolsillo una pequeña cuchilla. De la sangre que salía de las paredes y ventanas comenzó a brotar un hedor espantoso, como el olor de la descomposición humana en su más álgido punto. Manos oscuras salían del suelo, las paredes y el techo, buscando con sus largos dedos y uñas como garras a Eric. Tentáculos negros avanzaban por todas partes, lentamente presionando los muebles y rompiéndolos con muchísima facilidad, como si fueran de papel. Los ojos de Eric se abrieron a más no poder, sus pupilas se volvieron infinitamente pequeñas, pero el mantra se repetía en su mente otra vez, haciéndole recordar su misión. Eric se preparó para lo peor.

Esta dimensión ya consumida por el horror carmesí se derrumbaba frente a sus ojos y él debía partir, ya nada había que hacer. Una lágrima cayó de su ojo derecho, pero su rostro no expresó dolor alguno. Clavó lentamente la cuchilla en su pecho, presionó un botón que accionó la cuchilla y se abrió en tres hojas las cuales se extendieron en un sólo movimiento, cortándole y dejándolo abierto. Se dejó caer de espaldas en donde se hundió completamente en la sangre, asquerosa e irreal, la cual a pesar de que sólo le llegaba abajo de la rodilla le permitió hundirse metros y metros, como si estuviese en medio del océano. Los tentáculos lo tomaron del torso y lo hundieron en la sangre hasta que nada de él quedó. Su cuerpo pasaba por un terrible dolor, como si le quemasen hundiéndolo en un foso de aceite hirviendo. Sus ojos se reventaron en sus fosas. Su piel desaparecía, sus músculos ardían y combustionaban bajo la sangre que seguía helada. Este mundo desaparecía y Eric sintió el dolor de perecer.

Eric abrió los ojos la mañana siguiente, recostado en su cama con su bolso al lado. No, no había sido un sueño. Fue real. Y Eric lo había logrado. No pudo detener a los espectros esta vez, pero escapó para tener otra oportunidad a través del ritual oscuro de los artífices. No le quedaban muchas más veces, pero era imposible saber cuántas con exactitud. La herida de la hoja en su pecho estaba ahí, aún abierta, pero mucho más pequeña, cortes de menos de dos centímetros de profundidad. Eric sacó el botiquín que por suerte había tirado al bolso la noche anterior a esa. Miró por la ventana mientras cosía la herida. No era profunda, pero ardía como mil demonios. Eric estaba en otra dimensión ahora, otro mundo en donde la noche oscura aún no pasaba. Estos rituales de magia negra permitían llevar a un individuo de una dimensión a otra, sólo si su equivalente en la otra dimensión ya había perecido. Los días que quedaban eran un misterio. Su primera misión ahora era investigar cuánto le quedaba hasta que le encontraran los espectros. Caminó hacia el baño a lavarse la cara y al salir se dio cuenta de algo. El agua aún corriendo por sus mejillas parecía detenerse al instante, y su respiración se corto. Se sintió miserable al ver frente a él su figura suspendida. Vio colgando de la lámpara su propio cuerpo ahorcado con una soga. Sus ojos aún abiertos, mirando hacia el suelo, su rostro hinchado, los moretones de su cuello y la sangre de esta, la sangre de sus dedos los cuales lucharon por salvarse al arrepentirse del hecho. La idea que no le parecía tan loca después de todo. Eric dio un nuevo significado a contemplar el suicidio.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2019 ⏰

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