El despertador se activa.
Abro lentamente mis ojos adaptándome a los pequeños rayos de luz solar que se cuelan por mi ventana.
Hoy es el día.
Me incorporo y, a continuación, me dirijo hacia el baño para asearme. Veinte minutos más tarde estoy casi lista. Abro la puerta y frente a mi se encuentra mi hermana de brazos cruzados.—Pensé que te habías muerto allí adentro; cinco minutos más y hubiera llamado a la policia—. Dice entrando al baño, pasa por mi lado y me da una nalgada— hoy es el día pequeña.
Me re-dirijo hacia mi habitación, cierro la puerta tras de mí y cierro los ojos.
—Hoy es el día—. Me repito con nervios.
Doy una mirada a mi habitación que yacía ahora bastante vacía, hecho que la hacía fría y un aire nostálgico se apoderó de mi. No me sentía preparada.
Revise cada esquina asegurándome que no me dejaba ningún objeto y seguidamente cogí mis dos grandes maletas y mi mochila. Fui hacia el salón y las deje en la entrada. Mi padre, como cada mañana, estaba sentado en su sillón leyendo el diario del día y tomando un café cargado. Al notar mi presencia alzó sus lindos ojos verdes hacia mi y me proporcionó una paternal sonaría.—Hoy es el día—. Definitivamente esa sería la frase de hoy. Me senté junto a él y le abracé hundiéndome en su olor a tabaco y perfume caro.
—Papá, tengo miedo, mucho miedo—. Confesé
—Cariño, sabías que en algún momento esto tenía que ocurrir. Así es la vida, mi amor—. Respondió apretándome entre sus brazos. Suspiré fuerte intentado no soltar las lágrimas que amenazaban con salir.
—Dorothy, te prometí no llorar pero así no me ayudas—. La sombra de mi madre se asomó y se unió al abrazo— os echaré tantísimo de menos, mis niñas.
—Por favor familia, no dramas, esto no es un para siempre; sabéis que vendremos a visitaros siempre que podamos—. Mi hermana se acercaba junto con sus maletas. No entendía como podía no estar llorando un río—Dorothy, ya es hora.
Volví a dar otro respiro aún más fuerte que el último. Nos levantamos y caminamos hacia la puerta. Era una mañana fría de invierno y el viento nos pegó en toda la cara. Me estremecí en mi chaqueta.
Metimos las maletas en el maletero y lo cerramos de un golpe ya que costaba bastante que entraran todas las cosas a pesar de que el coche era, en lo que cabe, grande.
Nos dispusimos a despedirnos y fue rápido, sabíamos que sí nos quedábamos más tiempo todos terminaríamos en lágrimas.Mi hermana se sentó en el asiento del conductor y yo en el del copiloto. Arrancó el coche y se dispuso a conducir. Me puse el cinturón de seguridad y mire por el retrovisor como mis padres se despedían hasta que poco a poco les fui perdiendo de vista. Una lágrima salió y la quité de mi mejilla rápidamente.
Reposé mi cabeza en la ventana observando las calles de Alcúdia pasar rápidamente frente a mis ojos. Extrañaría este lugar, extrañaría mis pocas amistades, extrañaría la tranquilidad que daba este lugar en invierno con sus calles abandonadas y, aunque cueste creerlo, también extrañaría los calurosos veranos llenos de extranjeros y vida. No es fácil dejar tu hogar.
Llegamos a el embarcadero donde había una pequeña fila de automóviles. Después de veinte minutos, ya nos encontrábamos en los camarotes del ferry.
¿Nuestro destino? La hermosa ciudad de Barcelona.
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Por siempre, Oliver.
FanfictionJamás imaginé que podría sentir tantos sentimientos hacia una persona. Jamás imaginé sentirme tan segura al lado de alguien, tan amada, tan viva y mucho menos, jamás imaginé que perdería por siempre al amor de mi vida, jamás imaginé que le perdería...