Efectivamente era ella. Y como siempre hago, me acobardé de hablarle y me puse a escribir. Esta vez fue una carta para ella.
Querida Anne:
Me dueles.
Es tan simple como idiota, me dueles.
No soporto mirarte.
No soporto que sonrías.
No te soporto.
Aunque quizás no sea a ti,
sea a tu mera presencia.
Puede que no me duelas tú,
Puede que sea tu rechazo,
Tus malas bromas,
Tu conveniencia,
Tu manera de no aceptarme,
Tu manera de negarte hacia lo evidente,
Si, Anne, me encantas.
Me encanta verte esa mano en la boca mientras ríes a carcajadas.
Te lo juro que me encanta.
Pero no te soporto,
Aunque puede que no sea solo un rechazo hacia ti.
Quizás sea un comienzo de un fin.
Quizás sea un libro a medio escribir.
Tú has pasado página,
Pero tú para mí
Eres ese verso en el que me quedé atascada.
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Violent Rose.
Teen FictionAnne odiaba su sonrisa. Sofía la amaba. Aunque pareciese estúpido, le gustaba verle sonreir.