¿Nunca te has levantado con la sensación de no tener ningún motivo para vivir? Qué pregunta más tonta, todos nos hemos sentido así en algún momento de nuestras vidas; y sin embargo, seguimos adelante. ¿Qué será eso que hace que despertemos y queramos continuar existiendo? Para algunas personas, entre las que me encuentro, es otra persona.
Esa que algunos llaman "persona especial", aquella por la que tu corazón sería capaz de derretir la Antártida, aquel ser que te hace tener una sonrisa eterna. No importa la circunstancia, él, o ella, te hace feliz.
Feliz, el adjetivo que todos queremos poner en nuestro perfil de Instagram, sin detenernos a pensar en lo que es para nosotros ser feliz. Nos afanamos tanto en la imagen que damos a los demás que no nos preocupamos de cómo nos sentimos realmente, hasta que un día, llega alguien y lo pone todo patas arriba.
Cuando llega, todo cambia de la noche a la mañana: tu mente se atonta, sonríes por todo, te ríes por nada, la vida es hermosa, parece que caminas en las nubes y los cuentos de hadas donde la princesa se enamora locamente te parecen menos irreales.
A veces no lo vemos, o peor aún, no lo queremos admitir, pero tarde o temprano tenemos que aceptar que estamos perdida e irremediablemente enamorados de esa persona. Y frente a eso, solo hay dos opciones: dejarse arrastrar o cortar las cadenas. Me pregunto dónde me llevarás.
