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Todos los sonidos retumbaban en mi cabeza, se hacían mas fuertes y mas graves, todo se movía y nada lo podía ver claro. Era tan difícil diferenciar la realidad de las alucinaciones, me costaba mantenerme de pie cuando decidí tomar un abrigo, sin querer al jalar este el perchero se vino abajo junto con todos los demás, no me encontraba en mis cinco sentidos definitivamente.

Joder, no se cuando es que empece a sentirme así, esta mañana me sentía bien y de repente despierto en clase de química casi al final de las clases, se supone que era temprano, ni siquiera había entrado a la primera hora.

Rejunté los abrigos de la manera mas torpe posible, tambaleándome a los lados, las cosas se veían tan borrosas e irreconocibles.

Ajusté el abrigo a mi cuerpo asegurándome de que el frío no entrara y con los dedos todavía en los botones de este me mire al espejo como pude, tallé mis ojos en un intento de que la imagen se volviera más clara, pero no parecía mejorar, maldita sea, esto ya me estaba preocupando.

De un momento a otro un fuerte chillido junto con una voz profunda inundo mis oídos.

- ¡Ah, joder! ¡déjame en paz! -escuchaba una maldita voz retumbando en mi cabeza, la escuchaba tan fuerte que sentía que penetraba mis tímpanos.

Ya no lo soportaba más, tenía que gritar, el dolor era demasiado fuerte.

Y así fue, un chillido salió de mis labios al mismo tiempo que caí al suelo, con el cabello entre mis dedos y los parpados apretados, tratando de contener las lagrimas que amenazaban con salir.

- ¡No! ¡No lloraré por ti, eres insignificante para mi! -apreté mis parpados con toda la fuerza que tenía.


Te arrastrarás hacia mi como un maldito gusano y entonces el que pedirá tenerme cerca serás tú, te convertirás en la tentación más grande del mundo y serás la destrucción de satanás.


- ¡No! ¡Basta! -no pude contener mi furia y sin querer al levantarme tire el espejo frente a mi- ¡El diablo no existe! ¡Tú no existes! ¡Nada de esto existe!

El ruido paró y fue cuando me di cuenta de lo que había pasado realmente, observé el espejo hecho trizas frente a mi, se rompió en mil pedazos, aun así yo podía verme en ellos, como un rompecabezas que realmente nunca iba a encajar.

Lo observé por unos segundos sin hacer ningún movimiento, ningún ruido. Me vi a mi mismo, tan patético e indefenso, luchando contra mi mismo, contra mis propios pensamientos. Observé como me estaba volviendo loco.


El dolor bajó notablemente, no del todo, pero ahora era un dolor de cabeza normal y realmente agradecía eso. 

Oh por dios, no me reconocía a mi mismo, ese monstruo no era yo, yo no era así.

- ¿Qué me esta pasando? -tallé mis ojos y finalmente las lagrimas salieron, no pude más, me estaba volviendo loco- Yo no soy así -solloce con las manos todavía en mis parpados.

Lloré un rato más hasta que me sentí seco de tanto hacerlo, con el reflejo de mi teléfono trate de arreglar mis ojos rojos, por ellos prefería decir que había fumado marihuana.

Cuando dejé de sollozar me animé a tomar las llaves del departamento y un poco de dinero que estaba en el cajón de la cocina. En cuanto crucé la línea que dividía mi departamento del pasillo escuché la voz de mi vecina, una señora mayor que venía de China, muy amable, pero bastante solitaria.

school boy |vhope|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora