Un fracaso matrimonial es algo para lo que comúnmente no se está preparado. La decisión de casarse viene siempre acompañada de una fuerte carga de ilusiones y sueños...
"El divorcio es un infortunio que sucede sólo a los demás, a los que no se aman, a los que descuidan a su pareja... Eso nunca me ocurrirá a mí..." De la misma forma visualizamos a una familia unida, con niños lindos y sanos... "¿ Y los bebés enfermos? Ah, son raros, y por supuesto, Dios mediante, no me tocará a mí..."
No puedo menos que sonreír con aciaga melancolía. Los hechos son a veces tan distintos de los anhelos...
Mi único hijo se hallaba en la sección de terapia intensiva, en el séptimo piso del hospital; su estado era crítico y su diagnóstico incierto; mi esposa estaba con él. Sólo se permitía una visita por vez y yo tenía que esperar hasta que ella saliera. No había mucho que hacer. Mi esposa no me permitiría ver al niño...
¡Qué pesadilla tan cruel! Mi hijo estaba al borde de la muerte. Mi matrimonio desecho...
Era de noche cuando tomé pluma y papel por primera vez con la sola intención de desahogarme. Me encerré con doble llave en la habitación y permanecí estático por varios minutos.
Jugueteé con la pluma. Tracé algunos garabatos grotescos.
Necesitaba poner en orden mis ideas, descubrir en qué momento comencé a bajar el tobogán que me condujo hasta allí. Discutir con Dios en voz alta y calibrar los recuerdos de algunos hechos que aún no entendía.
Al fin mi letra se dibujó redonda y grande al comenzar a reclamar:
¿En qué pensabas, Señor, cuando hiciste aparecer en mi vida a esa mujer y propiciaste nuestra unión, sabiendo que no éramos compatibles? ¿En qué pensabas cuando, hincado con ella frente a tu altar, nos bendijiste sabiendo las enormes dificultades que nos esperaban? ¿En qué pensabas cuando me ocultaste sus defectos permitiendo que yo me diera cuenta de ellos cuando era demasiado tarde? ¿En qué pensabas cuando permitiste que nuestro hijo viniera al mundo en un cuerpo a veces sano y a veces traicioneramente enfermo? ¿Por qué no me preparaste? ¿Por qué te has deleitado en jugar conmigo?
Detuve la incipiente reclamación. Miré por la ventana. La noche era clara y diáfana. Hacía tiempo que no veía un cielo nocturno así... Mi alma estaba deshecha; mi espíritu atribulado; mi cuerpo cansado... Reinicié la escritura como el viajero que se aventura a una tierra extraña, tratando de hallar tesoros escondidos en los que nadie cree.
Atrapado por tan deprimentes circunstancias entendí los conceptos más importantes de mi existencia. Tuve que caer hasta el sumidero para detenerme a reflexionar. Una y otra vez me preguntaba, mientras escribía, por qué no lo hice antes.
ESTÁS LEYENDO
La Última Oportunidad
RomanceSi alguna vez ha cruzado por su mente la idea de disolver su matrimonio, si siente que no vale la pena seguir luchando por ese trabajo o esas personas que lo han despreciado; haga un alto y dese la última oportunidad leyendo este libro. Usted tiene...