Tocada y hundida

148 8 4
                                    

Era una niña pequeña en casi todos los sentidos. Jugaba con las palabras, a falta de buenos amigos. Tenía los suficientes años para opinar pero no los suficientes para que la tomaran en serio. Era lo suficiente madura para ver lo que no estaba bien en los demás pero no en ella. Inocente durante un tiempo, tal vez demasiado, hasta que los sentimientos emprendieron un violento abordaje al frágil navío de su corazón. Empezó a ver amor donde no lo había, pasión oculta en la indiferencia y romanticismo en lo más sórdido. Juzgó y fué juzgada. Todo ello comenzó a definirla, no sólo sentimentalmente, si no que también en gustos y apariencia. A nadie le importaba.

Poco a poco cambió la ropa, de colores cálidos y vistosos al negro. No quería que la vieran por lo que llevaba, quería algo más. No dejó de ser tan extrovertida como siempre lo había sido, pero se tuvo que esforzar más; y hasta pudo demostrar alegría. Encontró no uno, si no que muchos sapos. Y entre ellos un par de príncipes. No quiso quedarse a ver la metamorfosis. No quiso ver que ella era la causa. Y les hizo daño. A uno tras o. No estaba completa, aún no. Necesitaba a alguien. Pero, si no cuidas una planta, se marchita. Y en el caso de las personas, se marchan. Aunque ninguno de los dos quiera. tenia miedo a quedarse sola. Y el miedo lleva al odio.tro

El odio le hizo dañar a los de su alrededor. Incluidos aquellos a los que amaba y que la amaban. y a ella misma. Sintió la necesidad de hundirse, de herirse. De sangrar. No podía mostrar sus emociones y las reprimió a cuchillazos. Cuando aunó fuerzas para asomarse de nuevo a la superficie, vió todo el daño que había hecho, que le habían hecho. Que se había hecho. completamente despechada, empezó a usarse a ella misma. A sentirse desechable. "Porque nadie es imprescindible", se decía. Pero su subconsciente le recordaba que sí había alguien así. Intentó, sin éxito, desechar esa idea. Y vió gente como ella. Gente que no se quería. Aunque ella fuera una persona honesta, se comportó como una auténtica hipócrita, ayudando a gente que ella creía más importante. Cualquiera sería más importante.

Despreció el amor una y otra vez. La mayoría sin darse cuenta. Y dió esperanzas, incluso sin saber que alguien podría quererla.

Llegó el día en el que quiso salir, volver a ser como era antes, más no podía. Pataleó para poder respirar en aquel mar. Se libró del plomo, de aquellos que no la dejaban avanzar. Y hasta se aflojó un poco aquellas cadenas a las que recurría cuando más insignificante se sentía. A su sable contra la tristeza, contra las sensaciones. Todo parecía mejorar. No trataba de ahogar su tristeza, ni de cortarla, pero se usó. Se usó de nuevo. "Total, si soy de usar y tirar". Aunque, justo antes de hacer algo irrevocable, se echara atrás.

La rechazaron. El último salvavidas se le fué retirado y tomó de nuevo su diminuta arma, la cadena que le permitía no ir demasiado a la deriva. O al menos no tan deprisa como habría podido. El odio hacia ella mismay su montaña rusa interior la habían conducido a eso; y eso la ponía furiosa. Porque el odio lleva a la ira. Se odiaba, mucho. Y odiaba el dolor, lo único que le recordaba que seguía estando viva.

Se pasana la vida aguantando lagrimas. Nunca estaba de humor. Proponía cosas indecentes, mendigando cariño, o un intento. Lo único afectuoso que guardaba eran sus ganas de ser abrazada. Sentirse pequeña y vulnerable, pero protegida del dolor. Protegida de aquellos que la hacían daño. Protegida de ella misma.

Pero, como supondrás, no podía vivir siendo abrazada por alguien, eso implicaba querer. Y que la quisieran. Sólo había amado una vez. y ese chico era perfecto a sus ojos. Sólo había amado una vez, y no había dejado de hacerlo. Podía recuperar ese amor, soltar las cadenas que ella misma se había impuesto. Llegaría al fondo y le pegaría una patada tan grande que regresaría a tierra firme. La otra opción, la que se planteaba cada día, también implicaba saltar. Pero esta vez al vacío.

Yo confío en ella. En que dejará de lado sus miedos. En que encontrará algo de amor propio. En que no se hará daño. En que verá las cosas con más claridad. Porque, ¿sabes qué? La mayor parte del tiempo...

Yo soy esa niña.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 25, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tocada y hundidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora