El villano y la princesa

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Todo comenzó en un viernes de verano, por culpa de la gran boca de Mina Ashido.

El día había comenzado bien para el héroe explosivo, su madre no lo había molestado en la mañana no había señales de Deku por ninguna parte, nada podía ser mejor. Hasta que lo escuchó, una frase que le hizo perder la tranquilidad que tenía para reemplazarla por el ceño fruncido tan característico de él.

"Momo tiene novio, la vi salir con un chico el sábado" fue lo que dijo Mina a sus compañeras, las cuales estaban reunidas alrededor de ella. ¿Y cómo fue que Bakugou lo escuchó? Simple, tenía un maldito buen oído, al que en esos instantes maldecía.

Desquitó todo su odio contra la mesa, lanzando su mochila con furia y provocando un fuerte estruendo que alarmó a todos los presentes, pero al ver de quién se trataba volvieron a sus actividades normales. Solo era Katsuki con su rabieta mañanera, pensaron todos.

Kirishima Eijirou fue el único valiente que lo recibió con unos buenos días y una gran sonrisa, después de todo eran mejores amigos y sabían todo del uno al otro, o al menos Red Riot conocía todo del rubio.

Con un simple "Así que ya te enteraste" logró que la mirada de Katsuki se clavara en él como un puñal, quizá en señal de que no fuera tan ruidoso y descuidado con aquello. El pelirrojo alzó las manos en señal de disculpa y rendición, después tomó asiento y se giró hacia la dirección del contrario. El de cabello cenizo solo se dignó a sentarse, no quería hablar porque sabía que si lo hacia explotaría todo el salón. Tampoco quería ver a la perra de Yaoyorozu, lo sacaba de sus casillas, ¿quién mierda se creía? Primero lo enamoraba —porque sí, Bakugou estaba completamente jodido por esa princesita—, le daba ilusiones y lo rechazaba porque según ella "no podía distraerse con relaciones amorosas". Pura mierda había resultado eso, ahora ya hasta la veían saliendo con un chico.

—¡No quiero escucharlo! —gritó con toda la ira que tenía, saliendo de sus pensamientos y recibiendo la mirada de todos.

No seguiría más tiempo allí, definitivamente se negaba a escuchar que su chica tenía novio. Porque sí, él había decidido que el único hombre en la vida de la heroína sería él. ¡Porqué no podía haber nadie más! ¡Él era el número uno! Y con esos pensamientos salió del salón, tomando su mochila y empujando a quien quiera que estuviese cruzando la puerta en esos instantes, que para su gozo era Deku. Sabía que recibiría una reprimenda por parte de la oruga que tenía por profesor, pero le importaba un carajo aquello; terminó dirigiéndose al techo de las instalaciones, al menos allí no escucharía a la imbécil de Ashido ni a su escuadrón de gordas hablar.

Katsuki realmente odiaba el hecho de estar enamorado de ella. Se sentía idiota por caer en algo tan cursi como el amor. No era propio de él. Y aún así había caído en las trampas de Yaoyorozu Momo, su amabilidad lo hacía sentir querido y esa severidad lo excitaba, amaba que fuera tan tenaz como para regañarlo. Y ni hablar de su sentido del deber, eso admiraba de ella. Porque a pesar de ser mujer valía la pena como heroína y eso era decir mucho ya que Bakugou consideraba al sexo femenino como cosas llenas de hormonas y debilidades.

Nunca pensó enamorarse. El amor era la último que debía pasar por su cabeza, porque solo sería un problema y un obstáculo en su meta de ser el héroe número uno. ¡Pero ahí estaba! Celoso y enojado por un rumor en el que la perra del que estaba enamorado tenía novio.

Para desgracia del rubio unos minutos después de acomodarse en la sombre la puerta de la azotea se abrió, sacándolo de su rabieta, estaba dispuesto a partirle la cara a quién fuera que se osara a irrumpir en el lugar. Una voz delicada, pero lo suficientemente severa para saber de quien se trataba, allí estaba ella, la causa de su ira incontrolable —de esa mañana—.

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