La primera vez que te vi, Dora...

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Te escribo esto, Dora, en medio de la batalla.

Con la esperanza de que tus ojos puedan volver a reflejar la luz de la mañana, cosa que me encanta ver al abrir los míos.

Con la esperanza de que puedas volver a cambiar de color tú pelo una y otra vez, que lo vuelvas un arco iris, todo para escuchar las hermosas carcajadas de nuestro pequeño hijo.

Con las esperanza de que puedas seguir adornando la vida de todos con esa hermosa sonrisa tuya.

Te amo, Dora... Pero si estás leyendo esto, lo más probable es que este muerto.

Quiero que sigas con tu vida.

Quiero que sigas adelante con Teddy.

Sé que ahora esto puede parecerte imposible, pero sé que vas a poder.

Lo puedes todo, por más que te caigas, siempre sabes cómo levantarte.

También me duele, pero si no era ahora, en algún momento iba a pasar. Créeme que me llena de rabia el pensar en otro hombre tocando tu piel, tocando tus párpados. Besando tus labios, tus mejillas, tu nariz, tu cuello... Desde el día en que te vi, parada pegada a la pierna de Sirius mientras que él te presentaba a todos sus amigotes, siempre tan tímida... Desde ese día te amé.

Y me odiaba a mí mismo. Odiaba la idea de atarte a alguien que no tiene, tenía ni va a tener nunca la salud, la fuerza, el dinero que una mujer como tú se merece... Por eso se me partía el corazón cuando venías a invitarme a salir.

Odie todas y cada una de las veces que tuve que rechazarte.

Y me odie aun más cuando acepte.

Pero todavía conservo tu imagen ese día, tu rostro de felicidad, tus labios sobre los míos, con ese sabor a cereza que amo, esos labios suaves...

Quiero que sepas, Nimphadora Tonks, que voy a luchar.

Por Teddy.

Por nuestra pequeña familia.

Para que puedan tener todo lo que merecen.

Pensar en ustedes me da fuerzas para seguir día a día.

Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que puedan tener una vida tranquila, para que puedan vivir sin miedo.

Pienso en ustedes para convocar a mi patronus, que tantas veces me salvó la vida.

Ustedes son todo mi todo, todo lo que tengo, y tampoco me hace falta nada más para vivir.

Los ama, Remus J. Lupin.

Ted Lupin apretó la carta entre sus brazos y se dejo caer sobre su cama.

Sus ojos estaban empapados en lágrimas, todo su cuerpo temblaba mientas que él lloraba desconsoladamente. Su padrino se acercó y lo abrazo. Lo abrazó como cuando se había caído de su primera escoba. Como cuando se había roto un brazo. Como cuando se había caído de las escaleras mientras perseguía a James por toda la casa.

Harry Potter abrazó a su sobrino y el mundo pareció pararse por completo. El azabache secó sus lágrimas con un pañuelo, de la misma manera que cuando el peli-azul era solo un niño.

-Me siento orgulloso de ser su hijo-susurró Teddy, pero lo bastante fuerte como para que su padrino escuchara-. Quisiera haberlos conocido...

El adolescente se volvió a derrumbar.

De pequeño, nunca había llorado por sus padres.

Siempre se frustraba por no poder recordarlos, pero nunca había llorado.

Años enteros de lágrimas guardadas se derramaban desde lo más profundo de su ser.

-Cosas malas le pasan a la gente buena a veces. La vida suele probarte de forma muy cruel, para ayudar a conocer tus límites.-Harry acariciaba el pelo de su sobrino, que ahora estaba gris, con cariño.- Siempre que te observo, alguno de tus padres está presente a través e tus gestos. Por más que cambies, por más que te modifiques, siempre hay rasgos de alguno en tu rostro. Siempre están presentes en tu personalidad. Siempre estas protegiendo a tus seres queridos, aconsejándolos, como tu padre. Siempre estas tropezando con algo... O con nada, eres totalmente incapaz de caminar por una superficie totalmente plano sin caerte, como tu madre.-Ambos rieron, y en la cara de Ted se formó una sonrisa. Era un agradecimiento no dicho, simplemente porque no había palabras suficientes para agradecerle a ese hombre por todo lo que había hecho por él a lo largo de su vida: lo había criado y educado como a sus hijos, y aunque pudiera pasar por uno de ellos, Ted Lupin siempre iba a ser Ted Lupin.

Y en donde sea que estén, sus padres siempre van a estar orgullosos de él.

La primera vez que te vi, Dora...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora