Toda su existencia se resumía a trabajar para una sola noche del año. Una única noche en la que él y los demás elfos del taller lo apostaban todo, porque de eso dependían millones de sonrisas alrededor del mundo.
Se trataba de la noche de Navidad.
—¡Midoriya, apresúrate o llegaremos tarde! —exclamó la mandona voz de Iida desde el otro lado de la mesa—. No podemos dar el lujo de demorarnos.
—Iida... —rió Uraraka, la única muchacha que quedaba presente en el taller de juguetes de madera—. No es como si tuviéramos mucho trabajo. Nadie pide muñecos de madera; con suerte hacemos bates de beisbol y palos de hockey para regalar.
—Sí, los niños ahora solo piden consolas y videojuegos —suspiró Midoriya, algo nostálgico.
—O figuras de acción de All Might —lo codeó su amiga con complicidad—. Te he visto echarles el ojo cuando salieron hace unos años.
Izuku se sonrojó, pero no pudo evitar sonreír. La verdad es que la figura se veía genial, y no quería imaginar la cantidad de diversión que un niño podría tener con ella. Pero pronto él podría tener esa diversión, por muy viejo que él ya fuese.
Los niños de la Tierra eran de lo más afortunados. Uno creería que ser un elfo del taller de Santa Claus sería divertido, pero no siempre lo era. Trabajabas todo el año para traer felicidad a los más pequeños, sí. Pero nadie parecía recordar que los elfos también tenían sentimientos y, en su larga vida, Izuku no recordaba haber tenido una sola Navidad como las que los humanos tenían.
¿Cómo habrá sido mi vida cuando todavía era humano? solía suspirar. No había forma de saberlo, porque una vez que se te daba la oportunidad de renacer como un elfo en el taller, lo único con lo que despertabas era con el recuerdo de tu nombre.
Solo le quedaba esperar que sus navidades hubiesen sido igual de hermosas que las de los demás niños.
Las últimas horas de navidad fueron un caos para todo el taller. Tamaki, uno de los elfos mayores, estaba al borde del colapso al ver que faltaban al menos un octavo de regalos por terminar —lo bueno era que en algunos países todavía faltaban unas doce horas o más para que llegase la medianoche. El pobre muchacho no era bueno soportando la ansiedad pre-Navidad, y era la tarea de Mirio, el líder de los elfos, para calmarlo. A Izuku aquello le daba bastante ternura.
—¿Seguro que tienen la lista correcta, no? —volvió a chequear Mirio para que Tamaki no chillase—. A ustedes tres les toca Musutafu, en Japón. No es una ciudad tan grande, al menos.
—¡Por supuesto que lo haremos perfectamente! —intervino Iida—. Y si no, es mi deber como el mayor del equipo controlar a Midoriya y Uraraka.
—Estaremos bien —agregó Uraraka con una sonrisa— ¡Será tan divertido!
—¡Sí! —soltó Izuku, con otra sonrisa—. No tienes nada de qué preocuparte, Mirio. Y Tamaki tampoco.
ESTÁS LEYENDO
Elfo guardián [TodoDeku] - BNHA
FanfictionAU NAVIDAD. Izuku creía que esa noche navideña sería como las demás de su trabajo: llena de sonrisas infantiles y amor familiar. Pero Shouto Todoroki resultó ser un niño demasiado particular. --- Regalo de navidad para @HusbandoLover Crédito a Kohei...