Castillos...

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   Mi rey era un monstruo, de piedra, con el corazòn de piedra

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   Mi rey era un monstruo, de piedra, con el corazòn de piedra...

Este one shot esta basado en esa vieja canciòn de Amanda Miguel, llamada precisamente asì Castillos. Tratè de retratar un poco un tema complejo como es la violencia en una relaciòn amorosa, no soy buena en estas cosas pero se hizo lo que se pudo. Sin contar de porque no sè con Jason siempre tengo que hacer escritos tristes y con finales aùn màs tristes. Està dividido en dos partes. Aquì la primera.


Ya la luz de sus ojos se iban apagando y el charco de sangre que se formaba alrededor de ella le comprobaba que la vida se le escapaba. El arma aùn humeaba, mientras se limpiaba las làgrimas de la cara, ¿porquè habìa disparado?. No recordaba mucho de la discusiòn sòlo aquella palabra que ella le gritarà.."Monstruo, monstruo".

-¡Càllate!- le volviò a disparar pero esta vez el tiro se empotrò en la pared. Viò la pistola en su mano y la arrojò con gesto de horror. Con pasos torpes se acercò hasta el cuerpo todavìa caliente. La mirada de la mujer le veìa triste, de modo doloroso. La apretò fuerte contra su pecho.- perdòn, perdòn...- le decìa con el arrepentimiento sacudiendo cada poro de su cuerpo.

-Te amo..- fue lo que en su agonìa le dijo esa pobre infortunada que reconociò al monstruo que habitaba en aquel castillo demasiado tarde.

Un año atràs...

La maldita llave no entraba en su sitio y estaba muy cansada. Tantas horas frente a un computador con miles de nùmeros ya la tenìa harta. Cuando era la època de inventario en la tienda todos se volvìan locos, y los papeles con las cantidades de la mercancìa existente se acumulaban en su escritorio. Ya iban a ser la una de la mañana, habìa decidido quedarse hasta tarde para adelantar trabajo, llegò a su edificio y el maldito ascensor no funcionaba como para variar, despuès se habìa resbalado pues las escaleras estaban hùmedas. Se notaba que el conserje apenas habìa terminado de limpiarlas. Y la verdad no lo culpaba, el pobre Albert era el ùnico para corregir los desperfectos y asear un edificio de cinco pisos èl solo.

-Viejo tacaño..- pensò en el dueño del sitio donde recièn comprarà el departamento de dos habitaciones, un baño completo con una tina de latòn preciosa que la enamorò. Maniobrar con las manos ocupadas, en la boca una bolsita de papel con su cena. La enorme bolsa con carpetas que se habìa llevado para seguir trabajando en casa, ademàs de su chamarra pues ese dìa hasta la naturaleza estuvo en su contra, y lloviò como nunca. - ¡entra con diez mil demonios!- su bolso negro con un escudo de armas fue a parar al suelo al igual que las carpetas, y demàs papeles.- ¡Ya por Dios santo!- dejò caer todo con gesto agotador. Se limpiò las làgrimas de frustraciòn para acomodarse las gafas de armazòn negra y dar un respiro controlando las ganas de patear todo a su alrededor.

-¿Son tuyas?- una voz bastante pastosa la sacudiò con temor, al levantar la vista viò aquel sujeto de casi dos metros con un ligero balanceo, en una mano tenìa unas carpetas arrugando el papel que salìa y en la otra una botella de algo que identificò como ron.- Eres la nueva vecina...- esa fue una afirmaciòn màs que una pregunta. Marìa Josè asintiò tragando saliva para tomar la carpeta. -Este tiempo de mierda..- ella recogiò todas sus cosas a la apurada para al fin la llave girar y abrir su puerta- Soy Keegan...vivo enfrente de tu departamento..acabo de volver de..- hizo una pausa para soltar un eructo y Marìa Josè hizo un gesto de asco mal disimulado- no sè donde andaba..- una carcajada tìpica de un borracho la hizo sonreìrle falsamente, le quitò el resto de las carpetas y se metiò pràcticamente azotando la puerta. Keegan se fue canturreando algo en un pèsimo francès. Dentro de su departamento Josa como la llamaban en su trabajo diò un respiro, odiaba que le pasaràn esas cosas. –Tener que toparme con borrachos, ¡Que bonita cosa!- aventò las cosas sobre una mesa enana que tenìa en medio de la salita. No habìa muchos muebles porque se habìa quedado sin fondos al dar el primer pago de su nuevo hogar. Le parecìa increìble que al fin pudo independizarse de su madre y el abusivo de su padrastro. Estaba harta de tener que mantenerlos , el tipo resultò una fichita. Borracho, mujeriego, abusivo y flojo ademàs. El ver como su mamà cambiò a su padre por ese remedo de hombre le doliò mucho. Tenìa comunicaciòn con su padre a escondidas, el juez fallò a favor de su madre para darle la custodia a pesar de todas las pruebas en su contra, simplemente por ser mujer considerò que ella estarìa mejor a su lado. Màs de una vez lo viò pelear para que la dejarà verla, poder hablar aunque sea unos minutos pero su madre si èl no le daba dinero aparte de la pensiòn alimenticia no se lo permitìa. Bàsicamente la usaba para sacarle toda la plata que podìa a su papà. Ahora a sus casi 30 años soltera, con un hogar aparte, llevaba una buena relaciòn con su progenitor quien vivìa en Utah, ella en Nueva Orleàns. No sabìa que tenìa ese lugar que le encantaba. A pesar de el ruido incesante, sobre todo en època de carnaval. El sonido del viejo jazzista que era su vecino del edificio de enfrente le saludò a su ventanal abierto. Sirviò un poco de vino tinto en una copa, tampoco es que le gustarà beber mucho pero algo de licor de vez en cuando si se lo permitìa.

November Rain Donde viven las historias. Descúbrelo ahora