S u i t

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Tiempo atrás.

Un joven de cabello negro se encontraba arrinconado contra la puerta del refrigerador. Su pecho pegado a éste. El hombre detrás de él lo tenía sujeto por la cintura mientras restregaba sin pudor la gran erección que tenía entre sus nalgas, podía escucharlo gruñir. 

Y en contra de todo, le había gustado ser asaltado por el hombre de cabello rubio. Le gustaba como se sentía su duro miembro. Mentiría si decía que no lo quería dentro, abriendo su culo aún virgen y estrecho.  Tenía tantas ganas.


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— Si lo vieran, mi hijo es increíble, todo un hombre. Sé que dirigirá muy bien la compañía —. Decía aquél hombre a sus amigos más cercanos mientras tomaban la cena en un restaurante de lo más ostentoso.  Todos reían y bebían de sus copas, el grupo de hombres ataviados en los trajes negros era punto de atención. Rondaban entre los 35 y 40 años,  todos colegas trabajando en la misma empresa.  Aunque tan mayores, no perdían su encanto. 

—. ¿Está en la universidad?  —. Murmuró un señor de cabello castaño antes de llevarse la copa a los labios y dar un pequeño trago.

—. Sí,  mi Jimin está en su primer año de Administración —. Respondió de manera gustosa y orgullosa el caballero dejando la copa sobre la mesa —. Tiene tan solo 18 años y ya está haciendo grandes progresos. Se casará con una buena mujer, es todo un partido.

La velada pasó con calma y jolgorio, entrada la noche, se despidieron alegremente y cada quien partió para su respectiva casa.


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Estaba un rubio de 35 años sentado en un aterciopelado sofá negro con la cabeza recargada en el respaldo, más abajo había un joven lamiendo con parsimonia la cabeza roja de su miembro. 

Los suaves belfos del menor recorrían la dura longitud del mayor deteniendo en ocasiones sus labios alrededor del glande para chupar con fuerza y gusto, era un chico muy goloso. 

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