Frente a él se extendía un montón de frondosos árboles, repletos de coloridas y gigantezcas flores que adornaban sus ramas, abejas polinizadoras que viajaban de un lugar a otro y miles de luciérnagas que salían de entre las hojas aleteando felices. O al menos así lo percibía el pequeño de cabellos claros, porque para él era imposible sentir tristeza cuando estaba en su lugar favorito del mundo, en donde nadie lograría encontrarlo ni mucho menos lastimarlo. Su refugio secreto junto a las luciérnagas.
Lo que más caracterizaba a Minhyuk era su tierna sonrisa y todos los niños lo sabían, por eso era apodado por ellos "El Rey de las sonrisas" y justamente ese se había convertido en su problema. No es que le disgustara ser llamado así, por el contrario, Minhyuk lo amaba; y le preocupaba algún día dejar de ser el Rey. ¿El motivo? sentía que ya había dejado de sonreír sinceramente al estar junto a sus pares, los niños estaban entrando a la adolescencia buscando cosas diferentes a sus intereses, Minhyuk no quería jugar con las princesas y aquello a los otros les aburría.
Cada día su sonrisa dejaba de brillar un poco más. ¿Por qué a el no le gustaba estar junto a las princesas y prefería venir aquí, a contemplar el paisaje en silencio? Nadie imaginaba la paz que el pequeño rubio sentía al estar en ese diminuto espacio del gran bosque, bajo los tenues rayos de sol que traspasaban las hojas, cerrando sus ojos al oír el melodioso cantar de las aves.
De repente, lágrimas rodaron por sus rojizas mejillas. A Minhyuk no le gustaba sentirse diferente, ignorado. A Minhyuk no le gustaba olvidar como sonreír.
Oyó un ruido entre los arbustos que lo alarmó, quizás los otros niños le habían encontrado, el solo pensar en ello hizo que sus lágrimas salieran con más facilidad y un par de sollozos reprimidos por sus apretados labios fuesen perfectamente audibles. Miró en dirección a donde provenía el ruido esperando lo peor.
Luciérnagas volaban a su alrededor, hebras blanquecinas, hoyuelos en sus mejillas y la corona de Minhyuk en su mano derecha. ─Creo que esto te pertenece.
El rubio sorbió su nariz, tallando sus ojitos con sus manos mientras miraba a aquel ángel que se acercaba hacia el con una sonrisa de oreja a oreja. ─¿Eres real? ─preguntó, sin terminar de creer que alguien de apariencia celestial y tal vez un tanto mayor a él le estuviese hablando.
El peliblanco soltó una pequeña risita. ─Soy tan real como tú quieres que lo sea. ─la respuesta confundió aun más a Minhyuk, quien todavía no lograba recordar dónde había escuchado aquella voz antes.
─¿Qué eres?
─Tú tienes la respuesta. ¿Acaso no me recuerdas, Minmongie? ─Minhyuk abrió los ojos con sorpresa, como si un destello de luz se hubiese encendido inmediatamente en su cabeza al oír ese apodo y un centenar de imágenes se proyectaran. Ya recordaba, ¿Cómo es posible que lo hubiese olviado?
Corrió a los brazos del mayor, sintiendo como su corazón se agitaba al apoyarse en su cuerpo. ─¡Jooheonnie! ─las manos del nombrado se posaron en sus cabellos, acomodando uno que otro tras sus diminutas orejas.
─Vaya, pensé que esta vez no me recordarías. Ha pasado mucho tiempo, ¡mira lo precioso que estás! ¡Ya tienes diez años!
─Y tú sigues exactamente igual que hace dos años, igual de hermoso. ─las mejillas del pequeño se colorearon de rojo, había extrañado muchísimo a Jooheon todo este tiempo. ─¿Por qué después de aquella vez jamás regresaste?
La sonrisa de Jooheon se volvió diminuta; ─Porque cuando entraste a tu nuevo colegio después de ese verano, ya no volviste a necesitarme, Minmongie. ─formó un tierno puchero en sus labios, alejando al pequeño para poder arrodillarse a su altura. ─Pero ahora estoy aquí, porque inconscientemente me has llamado y sé el por qué. ─El rubio lo miró un tanto apenado, le dolía haberse olvidado de Jooheon cuando hizo nuevos amigos, mismos que ahora no le querían para jugar.
Sabía a lo que el peliblanco se refería, pero debido a su añiñada personalidad y dado que tenía apenas cumplidos sus diez años, Minhyuk no quería o más bien se negaba a pensar en el por qué Jooheon había desaparecido. Porque sí, cada vez lo requería menos en su vida y no era su culpa, era algo completamente natural y por lo que todos debían pasar cuando dejaban de ser niños.
El más alto aclaró su garganta para llamar la atención del menor; ─Escucha, Minmongie. Con cada día que pasa estás dejando de ser un bebé y pasarás a la adolescencia, ¿lo entiendes, verdad? ─el aludido asintió con cuidado, inmerso en cada una de las palabras pronunciadas por el contrario. ─En esa etapa los niños tienen diferentes gustos e intereses los cuales van quedando al descubierto, y ninguno es más correcto sobre el otro. ¿No te gusta jugar con princesas? ¡Bien! Ve a jugar con otros reyes y príncipes, de seguro les encantará conocer a Minhyuk El Rey de las sonrisas. ─el pequeño le abrazó con muchas más fuerzas que la vez anterior.
Minhyuk no tenía idea del significado del amor, de tener pareja, ni mucho menos de lo que se sentía el enamorarse; pero sí hubo algo de lo que siempre estuvo seguro. Jooheon era el príncipe de sus sueños y le gustaba mucho desde la primera vez que lo vió sentado en el árbol junto al jardín de su casa.
Una amplia sonrisa le dibujó en su rostro, dejando ver sus pequeños dientecitos; ─Me gusta jugar con príncipes, ¡Pero el único príncipe que me gusta eres tú!
Jooheon apretó las mejillas del muchacho cariñosamente, observando la bella sonrisa que le estaban regalando; ─Soy el primer príncipe que le gusta a Minmongie, ¿que debería hacer? ─el tierno e inocente Minhyuk vió una bonita oportunidad de hacer mucho más memorable la visita del peliblanco, porque después de esto, no estaba seguro cuando volvería a verle.
─¿Podrías besarme? ─preguntó tímidamente, sintiendo sus mejillas arder cuando su amado príncipe asintió a su petición.
Jooheon tomó nuevamente la corona entre sus manos y al mismo tiempo que la colocaba en la cabeza de Minhyuk, depositó un casto beso en los labios del menor. Su primer beso.
─Eres el Rey de las sonrisas. ─susurró, y para cuando el rubio abrió sus ojos, su amigo ya había desaparecido.
Había cumplido su misión, Jooheon aparecía cuando el estaba triste y su cabeza inconcientemente le llamaba, ahora Minhyuk había recuperado su sonrisa e incluso era mucho más brillante que antes.
Jooheon fue su primer amigo y también el primer príncipe que su pequeña cabecita de niño inventó.
El Rey de las sonrisas fue felíz junto a su Príncipe imaginario; ahora debía crecer.
El Rey de las sonrisas jamás olvidaría su primer beso, en el bosque, junto a las luciérnagas.
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felíz navidad cami, espero te guste. ¡te quiero mucho!♡
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PRINCE。➳joohyuk
Fantasy➳ [ O N E S H O T ] ─Me gusta jugar con príncipes, ¡Pero el único príncipe que me gusta eres tú!