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FELIZ NAVIDAD A TODOS, QUE LO PASEN EN COMPAÑÍA DE SUS FAMILIAS, COMAN MUCHO, RECIBAN REGALOS Y COMPARTAN CON QUIENES PUEDAN.

ESTE FIC PARTICIPA EN EL INTERCAMBIO NAVIDEÑO DEL GRUPO DE FACEBOOK: «Mystrade is real 4 us»

Greg miró la hora en su reloj y maldijo su suerte. Había sido él quien insistió tanto en esa cena y en la necesidad de estar juntos y sin nada que los interrumpiera y allí estaba: a una hora de las 12 del veinticinco de diciembre y atorado en una discusión entre su cuñado y su pareja...

-¡Te dije que debías cuidarla un momento Sherlock!

-‎Apareció, ella es lista, no se iba a perder

-‎¡Estuvimos tres horas buscándola en el centro comercial!

-‎Sólo porque no quisiste hacerme caso, te dije que si nos quedábamos donde estábamos ella iba a aparecer.

-‎Por favor ambos, si siguen gritando así, van a despertar a Rosie.-Sherlock y John guardaron silencio al escuchar el nombre de la pequeña- No sé por qué sigo aquí, le dije a Mycroft que iba a estar con él para cenar y es nuestra primera Navidad como esposos- un suspiro de resignación escapó de los labios de inspector, mientras John miraba enojado a Sherlock y el detective desviaba la mirada.

-‎Te aseguro que el gordo de mi hermano ya sabe que estás aquí Graham y no se va a molestar contigo.

-‎Lamento esto Greg, ya nos ayudaste mucho, si quieres puedes irte, saluda a Mycroft de mi parte.

-‎Por favor, prométanme que no se van a matar entre ustedes-miró a John y luego a Sherlock- Sherlock, a la próxima no sueltes a Rosie; John, aunque me duela admitirlo, Sherlock tiene razón, Rosie es muy lista y por eso logró encontrarlos. Piensa que ella está bien ahora y no estaba triste o preocupada por eso, le preocupa más sus regalos.-John asintió, aunque no estaba convencido y los nervios aún estaban presentes en su cuerpo. Era la primera vez que su hija se pierde mientras van de compras y que fuera 24 de diciembre no ayudaba nada, por la cantidad de gente y eso. Más todavía cuando después de haber arrastrado a Sherlock por todo el centro comercial buscando a su hija, la encontró sentada esperándolos en el mismo sitio donde se habían separado. Ni siquiera estaba llorando o preocupada, estaba calmada y apenas los vio, se acercó a ellos con una sonrisa en el rostro, mientras mencionaba que había encontrado el regalo perfecto para la Sra Hudson.

-‎Cada vez se parece más a Sherlock, siento que estoy viviendo con dos niños en casa.

-‎Pero sabes que no soy un niño, ¿Quiere que lo demuestre capitán Watson?-Sherlock miró a John profundamente luego de pronunciar lo anterior con su profunda voz de barítono; con una sonrisa seductora en el rostro y empezando a acercarse a él.

-‎Tiempo fuera chicos, dejen que me vaya antes. No hagan mucho ruido tampoco, o Rosie se despertará.-John se sonrojó ante lo dicho por Lestrade, más porque se había olvidado de su presencia allí en cuanto cayó presa de los encantos de su pareja... Eran un par de tontos enamorados y lujuriosos, y lo peor es que tenían una niña en casa. Greg sólo salió del 221B, si tenía suerte podría llegar a tiempo, pero aún así, decidió llamar a Mycroft para avisarle que demoraría un poco.

-‎¡Maldición! ¿Sin servicio?- no entendía lo que pasaba, su celular debía tener señal en ese lugar, lo guardó para usarlo después. La calle estaba completamente vacía, ni un taxi cercano, así que debía salir a la calle principal a conseguir uno. Estaba por llegar, cuando notó que le faltaba algo.

-‎¡Maldición! ¡Dejé el regalo de Mycroft en Baker!- sin opciones y corriendo para evitar llegar tarde, llegó al lugar. Subió las escaleras apresurado sin dar explicaciones a la sra Hudson que lo veía con la curiosidad plasmada en su rostro y tocó la puerta. Nadie le contestó y por un segundo barajó las opciones de entrar o no. Viendo su reloj, decidió ingresar; afortunadamente no había encontrado a Sherlock y John teniendo sexo en medio de la sala (esos dos eran un caso perdido, encima con una niña en su hogar) y no se escuchaban ruidos extraños de ninguna de las habitaciones. Recorrió el lugar con la mirada y encontró la bolsa que llevaba el regalo de su esposo, estaba justo en el mismo sitio donde la dejó. Salió de allí rápidamente, sin escuchar lo que mencionaba la Sra Hudson, pues iba retrasado. Los siguientes minutos fueron una tortura lenta para el inspector, quien intentaba conseguir un taxi sin éxito. Revisaba su reloj e intentaba calmarse, pero era inútil. Ya estaba al borde de la histeria cuando un coche negro aparcó a su lado.

NOCHEBUENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora