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—U-Ugh, HoSeok. M-Más rápido. Mierda, sí.

Los sonoros gemidos de TaeHyung hacían eco en todo el cuarto de baño. Con fuerza movía su mano de arriba abajo por toda la extensión de su falo, sintiendo los espamos que esto provocaba, dejándose llevar, sentado dentro del agua tibia de la bañera medio llena.

La imagen de su profesor penetrándolo contra su escritorio mientras él se encontraba boca abajo invadía toda su mente. Se imaginaba las fuertes y duras estocadas, el cuerpo del mayor sudar contra el suyo, los graves y roncos gemidos del profesor contra su nuca, siendo esta besada por sus húmedos labios y de vez en cuando dejando leves mordidas. El sonido de las pieles chocar formando un sonido de lo más suciamente placentero. Arriba, abajo. Arriba, abajo.

Pronto pudo sentir un hormigueo apoderarse de su pelvis, haciendo así sus movimientos más rápidos.

—¡O-Oh! —jadeó finalizando y entrando al  orgasmo.

Aún no podía creérselo. Había tenido la experiencia más erótica de su vida con su profesor y ahora se había masturbado pensando en él... Algo muy normal de todos sus días. Sí.

—La mejor corrida de toda mi puta vida... —susurró para luego reírse y regular su respiración.

Agradecía que fuera martes y que su hermano trabajara hasta las nueve y media de la noche esos días.

🦁🌇🐱

Miércoles, 7:00 de la mañana. El chico se encontraba gruñendo ante la insistente alarma que le gritaba que se levantara. Pero todo rastro de molestia se esfumó al sonreír recordando la primera hora de docencia que le tocaba: Literatura Clásica. Aquello bastó para que se levantara de un salto y se plantara delante del armario en busca de su mejor atuendo. No es que tuviera demasiada ropa, pero algo podría hacer. Tampoco es que tuviera la ropa más sensual que pudieras imaginar, el de la ropa provocativa era JiMin. Siempre con unos pantalones ajustados y camisas que dejaran ver sus clavículas. Cómo no, si el condenado tenía un cuerpo de infarto. TaeHyung ahora mismo lo envidiaba. JungKook tampoco se quedaba atrás. El menor siempre iba con sus vaqueros negros o rotos y ajustados acompañados de camisetas (en su mayoría de colores neutros) sueltas. TaeHyung suspiró. ¿Acaso era él el que más soso se vestía de los tres?

Siguió rebuscando entre las perchas y cajones llegando a tal punto de desesperarse. Nada. No encontraba absolutamente nada.

—TaeHyungie, es hora de levantar... ¿Estás despierto? ¿Tú?

BaekHyun, hermano mayor de TaeHyung, entró a la habitación como todas las mañanas hacía para despertar a su pequeño hermanito, cosa que siempre tomaba una eternidad porque el menor era de sueño pesado. Se sorprendió bastante al verlo ya en pié y completamente espabilado. En cambio a TaeHyung se le iluminó el rostro. Baek sería su salvación.

—Hyung, necesito que me ayudes —pronunció con un puchero.

—Levantado, pidiéndome favores mientras me llamas hyung... Tú no eres mi hermanito. ¿¡Dónde has escondido a TaeHyungie, impostor!? —acusó señalándolo con el dedo.

—Hablo en serio, Baek —habló rodando los ojos.

—Ahí está el TaeHyungie de siempre. Bueno. Cuéntame en qué puedo ayudarte —mientras hablaba, se sentó en la cama.

—Necesito que me ayudes a vestirme. Ya sabes, así como tú, estiloso, provocativo. Que me prestes ropa. Ya sé que no eres de lo más alto, pero...

papi; hopevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora