Todos los personajes pertenecen a Hidekaz Himaruya, sin ánimos de lucro.
No sé por qué estoy subiendo esto, tbh. (?)
Diciembre del año 1814. Berwald se hallaba sentado leyendo un documento que le había enviado su jefe. O al menos, eso intentaba hacerlo. Era ésa época del año, cuando le resultaba casi imposible concentrarse. Dejó escapar un largo suspiro y dejó el papel sobre su escritorio. Se sacó su lente y escondió el rostro entre sus manos.
Había trascurrido cinco años, pero aún sentía el dolor como si la tragedia hubiera ocurrido el día de ayer. Cinco largos años sin su presencia.
Había creído que si le causaba el mismo dolor a Magnus, iba a sentirse mejor consigo mismo. Pero no. La presencia del noruego no se comparaba a la de Tino. Apenas si conversaba con él y tampoco es que le culpaba. Sabía que Sigurd le tenía mucho resentimiento y por ello, su convivencia era penosa.
En aquel momento, el noruego ingresó a la oficina del sueco. Lo había pensado por un mes. Estaba seguro de que Berwald le iba a decir que no pero tenía que intentarlo. Respiró profundamente y se sentó enfrente del otro.
-Berwald -le llamó para que le prestara atención.
El sueco trató de mostrarse calmado, como si sus sentimientos no estuvieran en conflicto en aquel momento. Tenía que hacerlo. No podía mostrarse débil ante Sigurd.
-¿Qué quieres? -Berwald sabía que había sido algo rudo, pero el noruego tampoco se había acordado de los modales al entrar sin golpear la puerta. Estaban iguales.
Sigurd supo de inmediato que la batalla sería difícil. Sin embargo, no iba a darse por vencido hasta que el sueco le dijera que sí. Estaba consciente de que si se daba ese caso, estaría en deuda con él. Pero no le importaba. El resultado sería más que satisfactorio.
-Quiero ir a visitar a Emil y a Magnus durante la Navidad -Sigurd cerró los puños, pues estaba tenso. Había intentado sonar lo más seguro posible.
Aquello había tomado por desprevenido a Berwald.
-Prometo regresar al día siguiente -Sigurd continuó. Tenía que convencerle de algún modo:-Soy de cumplir con mi palabra, Berwald. Sólo quiero ver a mi hermano menor una vez más -añadió.
Desde que se había mudado a la fría casa del sueco, no había dejado de pensar en Emil. O en Magnus. A pesar de todo, seguía amándolo con fuerza pese a que ahora estaba casado con Berwald.
-Por favor -Al noruego le inquietaba el silencio del otro. Se mordió los labios, hubiera preferido una discusión antes que aquella estremecedora calma.
-¿Volverás? -Berwald tenía sus dudas. Tal vez el otro estaba planeando escaparse y había conseguido una excusa. No le culpaba, la convivencia entre los dos no había sido exactamente buena.
Sigurd se sacó una cadena de oro que siempre llevaba consigo.
-Magnus me lo regaló mucho tiempo atrás -Sigurd se dio cuenta de que el otro se había estremecido al escuchar el nombre del danés, pero continuó:-Es mi posesión más valiosa. Nunca la he dejado y ahora... -La puso sobre la mesa del sueco y la empujó hacia éste:-Esta es mi garantía. Regresaré -le reiteró éste.
Berwald tomó la cadenilla y la contempló un largo rato, antes de guardarla bajo llave en uno de los cajones.
-Muy bien. Pero si te sobrepasas, no dudaré en ir a buscarte -A Berwald no le hacía gracia tener que ir a la casa de Magnus. Todavía le culpaba por haber perdido a Finlandia y no había manera de que pudiera perdonarlo. Aún no.
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Visitas inesperadas [DenNor/SuFin]
FanfictionSemi-histórico. Porque, en ocasiones, realmente ocurre un milagro en Navidad.