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Era el frío ambiente invernal el que le cubrió de lleno al bajar del auto. Se encogió en hombros, frotándose las manos enguantadas, para menguar el repentino golpe helado en su cuerpo. Aún era temprano, así que el frío era más. Apretando un botón de las llaves se escuchó un pitido de alarma, en lo que él rodeaba su automóvil para subir a la vereda pública.
Las calles tapizadas en brillante capa nevada le dificultaban ligeramente los pasos, haciéndole lento al caminar. Eso no le molestaba, así que sólo seguía caminando haciendo un poco más de esfuerzo al levantar los pies. Un aroma a pino se percibía al pasar frente a los locales, los cuales se encontraban adornados al más puro estilo que correspondía a la época. Nochebuenas se lucían en los escaparates, luces en el techo y muérdagos en cada entrada. Rostros sonrientes se notaban en los distintos rostros que se cruzaba.
Vaya influencia la de la navidad, mercadería al máximo e ilusión de temporada. Pero él no estaba en posición de hacerse el "Grinch" de ese año, pues algo de esa vibra le invadía igualmente a él. Aunque eso bien era culpa de alguien más. Soltó un suspiró que creó un curioso vaho frente a su rostro, justo antes de abrir la puerta de una de las muchas tiendas y entrar.
El sonido de la campanada alertó al tendiente, que alzando la mirada sonrió.
―Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
―Ink ―dijo con voz seca, pero no con afán de sonar grosero. En realidad, así solía hablar él.
―Oh, eres tú, Error ―no se borró la sonrisa del contrario, pero sí se observó cómo relajaba el cuerpo―. ¿Y eso que vienes aquí? No sueles pasarte mucho por el local.
―Vine para... pues―titubeó un poco, apartando la mirada y queriendo distraerse con una de las esferas del árbol navideño que se erguía a un lado del mostrador, en un intento de encontrar una forma adecuada de describir lo que necesitaba.
Ink le miraba atentamente, entretenido por cómo el contrario se detenía admirando una simple esfera, pero que curiosamente era una colorida. Reprimió una risa, divertido ante ese detalle aparentemente inconsciente de su compañero. Pasaron algunos segundos, en los que hubo un silencio calmado, hasta que Ink optó por incentivarle a hablar.
―¿Pues? ―inquirió, apoyándose en el mostrador. Admitía su intriga por la visita de su amigo-rival que rara vez aparecía, pues si había llegado sería por una buena razón.
―Necesito que me ayudes con algo ―dijo, sin dejar de juguetear con aquella esfera.
Ink se compuso en su lugar, estupefacto por oír aquello.
―¿En qué? ―le miró con ligera preocupación, pues si le pedía ayuda debía ser algo importante.
Entonces supo por donde iban las cosas, y le hizo tanta gracia que no pudo reprimir una sonora carcajada. Esto crispó al contrario, que se volteó para encararle y casi tomarle de la ropa por sobre el mostrador.
