Besada por la música

14 0 0
                                    

En ese momento lo sabes. Puede pasar en cualquier lugar, en cualquier parte, en cualquier momento. A mi me pasó en Ezcaray, sobre un escenario. Ahí lo sentí. Sentí la música que fluía dentro de mi. Nacía de mi pecho, justo debajo del esternón. Se iba deslizando por todo mi cuerpo, recorriendo hasta el último rincón de mi ser. Seguía fluyendo a través de mis brazos hasta llegar al violín, donde era proyectada hacia afuera. Destinada a unirse con el resto de melodías que formaban los demás instrumentos. Juntas producían algo tan enorme, tan profundo y hermoso... Removía hasta el último sentimiento de mi ser. En ese momento, todo desapareció. Sólo estábamos mi violín, la orquesta, el director y yo. Era como flotar en una nube. Ahí sentí la magia de la música. Porque esa es mi magia, la música. Y lo supe. Supe que había nacido para ello, que había sido besada por la música.

La segunda vez que me pasó, ocurrió en ese mismo lugar, en ese mismo escenario pero esta vez era un concierto de coro. Estaba cantando, como todos los demás. Era algo palpable en el ambiente. Lo sentía yo, pero también todos los que estaban cantando conmigo. Podría llamarles amigos pero eso es quedarse corta. Ahí me di cuenta de que tenía otra familia, una que la música había elegido para mi, una que amo igual que a la de sangre, porque por nuestras venas corre la misma sangre, sangre tocada por la música. Una que realmente siento como si conociera de toda la vida. Una familia capaz de hacerme mover montañas por estar con ellos/as. Estábamos todos cantando y de repente lo vi. Vi a mi familia y vi que una vez más la música había obrado un milagro uniendonos. Tal era aquella unión que paramos de cantar porque todos y todas estábamos llorando. Paramos de cantar al acabar para sumirnos en un abrazo que recordaré para siempre. Tal era aquella unión que nadie se atrevió a separarnos. Somos nosotros, los besados por la música. Los que la amamos sobre todas las cosas y los que hemos decidido consagrar nuestra vida a ella. Somos nosotros, los músicos los que obramos la magia. Sabemos coger un sentimiento y transmitirlo al que nos esté escuchando. Somos músicos y hablamos todos el mismo idioma, hablamos en pentagramas, hablamos en clave de sol. Y lo supe. Supe que había sido besada por la música.

MúsicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora