10- El expreso de Hogwarts

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Aquí llega, tarde pero seguro, el capítulo diez de esta historia.

Está dedicado a Rho_SnaArgn porque fue la primera persona, o eso creo, en comentar el capítulo anterior.

Espero que les guste.

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CAPÍTULO 10

EL EXPRESO DE HOGWARTS


Deborah corría por la casa revolviendo todo y hablando sin parar mientras pasaba de una habitación a la otra convocando cosas con su varita y llevando libros en sus brazos en una pila cada vez más grande, hasta que se le terminó cayendo la mitad mientras bajaba la escalera a la carrera.

Loki atrapó los libros antes de que tocasen el suelo, los acomodó en su propio brazo y caminó al lado de la parlanchina quinceañera mientras ella reunía todo su material de Hogwarts, que al parecer durante las vacaciones había quedado desparramado por toda la casa. Loki no la entendía. Había tenido meses para hacer eso, y recién el 1 de septiembre, el día que tenían que ir a la estación para tomarse el Expreso de Hogwarts, a ella se le ocurría empezar a hacer su baúl. El de Loki estaba hecho desde que había comprado todas las cosas.

Se había leído todos los libros, obviamente. No dormía desde hacía más de un mes. De hecho, no había dormido desde que había llegado a Midgard. Literalmente. No había dormido. Siendo un dios, soportaba cosas así con relativa facilidad, aunque sentía que si seguía sin dormir una semana más, colapsaría.

Pero no quería cerrar los ojos a la noche. Desde hacía años, sus sueños habían pasado a ser de sueños normales a ser visiones del pasado y el presente, y a veces el futuro. Le había cobrado miedo a los sueños. Veía cosas que no quería ver, cosas que hubiese querido olvidar.

Bostezó involuntariamente y se tapó la boca con la mano libre. Para no dormirse, se distrajo leyendo de nuevo uno de los libros de Deborah mientras la seguía alrededor de la casa.

***

Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h».

El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un ulular malhumorado, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los baúles.

Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar. Deborah había desaparecido en medio de un grupo de chicas de su misma edad, y Loki ya no podía verla. Se dedicó a caminar lentamente a lo largo del andén, captando las conversaciones de la gente. A pedido de Arnold, había cambiado su armadura asgardiana por ropa más "normal". Según Arnold, si usaba ropa de muggle, era porque se había criado con muggles, así que para evitar malentendidos, Loki se había puesto ya su túnica de Hogwarts. Tal como le había prometido a Deborah, le había hecho algunos... arreglos, para que combinara con el estilo elegante al que estaba habituado. Hilo de oro en los bordes de las mangas y el dobladillo, y una delicada filigrana dorada con estilo rúnico a lo largo de los botones y el cuello. Loki no sabía nada sobre costura. Deborah lo había hecho, al mismo tiempo que le advertía sobre las consecuencias de modificar el uniforme.

Así y todo, llamaba poco la atención, hasta que Deborah vino hacia él arrastrando detrás suyo a su grupo de amigas.

—Señor Laufeyson, estas son Maia, Elizabeth, Peggy, Lou y Syleena. Chicas, Loki Laufeyson.

Loki Laufeyson y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora