Una navidad roja

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Samantha se encontraba luchando con la aguja de coser cuando escuchó abrirse la puerta de su habitación

-Sammi, cariño, ya pronto estará lista la cena-

-Enseguida bajo tía- respondió la joven –necesito terminar esto-

Ágatha entró a la habitación y cerró la puerta tras de sí

-¿Qué estás haciendo Sammi?-

-Se supone que es un gato, seguí un tutorial de internet, pero no logro que la cabeza quede derecha-

-¿Necesitás ayuda?-

Samantha suspiró resignada y extendió el peluche a su tía, quien sonrió con ternura al tomarlo.

-Está muy lindo Sammi ¿es para tu novio?-

La chica abrió los ojos sorprendida y sonrojada respondió

-No es mi novio es... es complicado-

-Entiendo- dijo la mujer colocándose los anteojos de leer y concentrándose en el gatito.

-Yo...- siguió hablando la chica

-¿Si?-

-Nada, no importa-

-Yo no soy el amargado de tu padre cariño, puedes confiarme lo que sea, parte de mi trabajo como tía es ser tu hada madrina en asuntos del corazón-

La chica rió al escucharla, siempre podía contar con su tía Ágatha

-Él tuvo un año difícil tía, por eso me hubiese gustado poder darle el regalo esta noche, me entristece que pase la noche buena solo-

-¿Y por qué la pasa solo? ¿no tiene familia?-

-Su familia no se quedó en la ciudad y él no quiso acompañarlos, dice que aún no está listo para volver a convivir con su padre y lo entiendo, fue tan duro todo lo que pasó tía, tuvo que emanciparse para poder escapar de sus golpes-

-Pobre chico... y dime cariño ¿ya hablaste de todo esto con tus padres?-

-No, ya sabés cómo es papá-

-Sí, lo sé, es un viejo ogro jaja. Mmm... hagamos algo, esta noche después del brindis te quedás a dormir en mi casa, nos hace falta una noche de chicas para ponernos al día y quizás por accidente deba estacionarme unas horas en la puerta de la casa de tu chico- guiñó un ojo y entregó a Samantha el gatito terminado.

-Chicas, a comer- interrumpió la escena Lucía, mamá de Samantha y hermana de Ágatha.

La cena transcurrió tranquila, era una familia pequeña pero se amaban y se tenían el uno al otro y eso era todo lo que realmente importaba. Los continuos viajes de trabajo de Felipe, el padre de Samantha, impedían que pudieran echar raíces y cultivar amistades a largo plazo; incluso ahora, que vivían nuevamente en su ciudad natal, eran sólo cuatro personas alrededor de la mesa navideña.

Al sonar las 12, Felipe descorchó un champagne y brindaron con alegría. El vino de la cena y los espumantes del postre comenzaban a mostrar sus signos característicos en los padres de Samantha quienes con varias copas de más, llegada la 1 de la madrugada, se reían de cualquier cosa.

Ágatha aprovechó el momento para comunicarles a su hermana y su cuñado que Samantha dormiría esa noche en su casa, y tras despedirse de ellos, ambas subieron al auto de la tía. Ella fue la primera en romper el silencio cuando el auto ya estaba en camino

-Vamos a buscar unas cosas a casa y después te llevo ¿sí?-

Samantha esperó en el auto mientras su tía subía al departamento y aprovechó el momento para escribirle a Nathaniel "Feliz Navidad! Estás despierto?", al instante recibió respuesta "¡Feliz Navidad! Sí, estaba buscando alguna película para ver porque no tengo sueño". Su tía subiendo al auto la distrajo

Una navidad rojaWhere stories live. Discover now