#O1 "El homicidio."

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Las hojas de otoño habían terminado de caer y en el silencio se logra distinguir el sonido que hacen al ser arrastradas por el viento. La gente corre y camina sobre ellas, estas se rompen creando un crujido que a toda persona alguna vez trajo satisfacción.
Atardecía e Irina Davis era esa clase de mujer que no podía irse a dormir sin haber realizado algún ejercicio. Cerca de su casa hay un bosque más situado a ser un parque recreativo, donde la gente suele salir a correr, pasear a sus mascotas o pasar el rato entre la naturaleza. Irina corría en dirección a su casa, su rutina había terminado, tomó un atajo, ese lejos de la civilización para pensar y calmarse un poco. Había sido una semana muy pesada, lejos de sentir que aquella tarde había concluido, todo parecía ir muy lento.
Un montón de gente estaba estorbando, entre los árboles. Irina tuvo que esquivar a unas cuantas personas para toparse con un límite, "No cruzar, escena del crimen ". El voltear se dio cuenta que había varios agentes de policía, ella observó un par de segundos y uno de ellos la miró, Irina se quedó por un instante y solo siguió su camino. Aquello no pintaba para bien. Le aterraba saber que había ahí, solo prefirió continuar hasta su casa.

Abrió la puerta de la casa, cuya casa tenía un aspecto de cabaña, parecía de lo más solitario. Estaba sola, pero eso no le impediría dormir.
Las cerraduras fueron aseguradas y la chica entró en su baño para poder darse una ducha, digna de aquel día tan pesado.
Al recostarse en su cama recordó que no había revisado su celular hacía varias horas. Lo tomo de la mesa, no había llamada, ni mensajes. Se puso de pie y se encontró de frente al teléfono de la casa y la pequeña contestadora, la presionó.
"No hay mensajes". Dijo la contestadora.
Se sentó frente al televisor en la sala de estar y miró su celular, lo desbloqueó y comenzó a buscar en Facebook alguna actividad reciente de Eden, su novio. Nada.
Lo llamo. "Hola, estas llamando al celular de Eden. Por el momento no te puedo responder, solo deja tu mensaje." Dijo la voz al otro lado del teléfono, la contestadora de él.
Lo intento un par de veces más y no hubo respuesta, así que le dejó un mensaje, probablemente en la mañana él lo vería.
Habló. "Hola Eden he estado hablándote por un rato y es obvio que no me contestas. Es que no sé nada de ti, no me has llamado, tampoco me has dejado mensajes... quiero saber si mañana nos veremos.
Ella suspira.
Bueno... Llámame cuanto antes. Te amo.''
Dejó el celular ahí mismo y se fue a la cama a dormir.

El cielo pintaba para un día nublado, con las nubes tapando el imponente sol, trayendo un fuerte viento que lejos de provocar frio, solo estorbaba.
Irina se despertó no muy temprano, pero lo suficiente para llegar al trabajo. Tomo una ducha caliente, para ella no importaba el clima tenía que tener su ducha caliente hiciera frío o calor. Noto que se sentía tan cansada, que el cuerpo le dolía en ciertos movimientos, solo tomo un par de pastillas para el dolor. Tomo unas prendas para irse a trabajar, particularmente bella, como ella era naturalmente. Rubia, con el cabello largo hasta por debajo de sus pechos, sus mejillas y la nariz roja, unos enormes ojos color aceituna y sus labios gruesos acompañados de un bello labial que la hacía lucir más bonita de lo que ya era. Una sonrisa encantadora.
Tomo su celular para revisarlo como de costumbre, no había mensajes, ni llamadas de aquel hombre. Volvió a llamarlo y obtuvo la misma respuesta de la noche anterior.
''Son las 10 de la mañana Eden, donde demonios te has metido''. Dijo en voz alta y siguió intentando un par de llamadas más. En el último intento le dejo otro mensaje, similar al que había dejado en la noche, solo que ahora incluía el mensaje que dijo en voz alta.
Tomo su bolso y sus llaves y se dirigió hacia la puerta. Justo en ese preciso instante alguien llamo a la puerta. Molesta y con los ánimos en el suelo solo aventó sus cosas y abrió.
–¿Dónde demonios te metiste? –Grito. Pero se llevó una sorpresa al darse cuenta que no era él. Eran dos hombres, uno era alto y apuesto, apuesto como si un ángel lo hubiese mandado al mundo. El otro también lo era, pero no llamo tanto su atención como el más alto. –¡Oh! –Exclamo–Lo siento. Pensé que era otra persona.
Se apeno bastante, probablemente por su actitud o por el hombre apuesto delante de ella.
–¿Puedo ayudarles?
–Buenos días señorita. Soy el agente Madden y él es mi compañero Smith. Somos del departamento de policía. Quisiéramos hacerle unas preguntas.
–eh... policía. Si dígame...
– ¿Podemos pasar?
–Claro, disculpen.
Ella abrió la puerta de par en par y los oficiales accedieron al interior de la casa. Irina levanto tu bolsa y las llaves, las puso sobre la mesa, reviso su celular una vez más. Nada.
Los oficiales de policía se sentaron en un sillón largo, uno de ellos saco una libreta. Ella se sentó sola en el sillón individual que se encontraba justo enfrente del largo.
–Y díganme entonces ¿En qué puedo ayudarles?
– ¿Conoce usted a Eden Metcalfe?
–Si...– Frunció el ceño– Es mi novio. ¿Qué hizo?
–Bueno, lamento ser portador de la noticia. Pero anoche fue encontrado en el bosque, muerto... al parecer fue un homicidio y estamos investigando.
Se paro en seco, miraba fijamente a los dos oficiales. ¿Qué acababan de decir? ¿Muerto y peor aún... asesinado? Esto para ella parecía una broma, aunque claro recibió el golpe al fin y su cara era completamente de asombro.
–¿Qué está diciendo? –
La chica lloro, sin más. Sus lágrimas eran reales. Seguía pensando si acaso eso que acaban de decirle era una broma, pero no lo era.

Stained Beauty. | Richard Madden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora