Disclaimer: The Legend of Zelda y todos sus personajes pertenecen a Nintendo.
/--------------------------------------------------------------------------------------/
Castillo de Hyrule...
La Princesa Zelda estaba sentada frente a su escritorio, con la mano derecha sujetando una pluma que garabateaba sobre un trozo de pergamino, y la izquierda sosteniendo su cabeza, con expresión aburrida y de estar pendiente de cualquier otra cosa excepto de su lección. El viejo profesor no paraba de hablar y hablar, a la par que iba escribiendo un montón de cosas ininteligibles en el pizarrón. Su ya de por sí letargoso discurso se sentía todavía peor ya que habían pasado toda la semana repasándolo una y otra vez, al punto de que ella ya se lo sabía de memoria, y no le veía ciencia a continuar haciéndolo.
- *Ejem*, Su Alteza. - dijo el profesor, dando unos golpecitos con su vara sobre el escritorio.
- ¿Eh? ¿Sí, profesor? - preguntó Zelda, recién salida de su trance.
- Si fuera tan amable de darme su atención...
- Lo siento. - dijo ella, intentando aparentar que ponía atención.
Zelda no podía concentrarse en lo que su profesor le decía, no cuando su cabeza estaba perdida en el espacio, absorta en otros pensamientos. Pensamientos que tenían que ver con cierto joven maquinista que a diario pasaba frente al castillo en su tren solo para saludarla.
- Link... - susurró sin pensar.
Flashback: Una semana antes...
- En verdad lo siento mucho. No podré asistir.
- Link, ¿es necesario que hagas ese viaje ahora?
- Zelda, he estado toda la temporada preparándome. - dijo Link. - Si no voy ahora, tendré que esperar todo un año para tener otra oportunidad.
- Pero Link, tienes que entender. - dijo Zelda. - Es mi ceremonia de madurez. Será la única que tenga en mi vida, y quiero que estés ahí. Mira, más que mi ceremonia de madurez... es por mi cumpleaños, desde que te conocí siempre has estado ahí.
- Sí, lo sé, es importante para ti, y para mí también lo es. - dijo Link. - Pero no me puedo escapar de esto. Es lo malo de tener que estar como maquinista, y soldado a la vez. El viaje de entrenamiento es obligatorio para todos los soldados, y lo sabes.
- Link, creí que éramos amigos... los mejores amigos. - dijo Zelda, muy enfática.
- Claro que lo somos. Créeme, daría lo que fuera por asistir, pero bien sabes que no puedo evadir mis responsabilidades.
- Por las Diosas... ¿por qué tenían que hacer el viaje de entrenamiento precisamente ahora? - dijo Zelda. - Escucha... tal vez pueda convencer al capitán de que lo posponga un poco, así...
- No, ni se te ocurra. - Link la detuvo. - No estaría bien que hagas eso, pensarían que te estás aprovechando de tu posición por un capricho.
- ¿Un capricho? - dijo Zelda. - Link, lo llamas capricho, pero es que ni siquiera entiendes como me siento.
- ¿Qué quieres decir con eso? Escucha, tú al igual que yo tienes tus responsabilidades, y muchas veces hay que hacer sacrificios para cumplirlas, y lo sabes.
- Entiendo... entonces te importan más tus responsabilidades que yo, ¿verdad? - dijo, sintiendo que empezaban a subirle lágrimas de rabia a los ojos.
ESTÁS LEYENDO
Mi verdadero tesoro
RomanceEl día anterior a la ceremonia de madurez de Zelda, Link la lleva a pasar un día juntos en la Aldea Papuchia. Allí los dos encontrarán un tesoro, en más de un sentido. ZeLink, ambientado en la época de Spirit Tracks, con referencias a Phantom Hourgl...