Versarte

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Existen temblores naturales,
orgasmos que terminan siendo poesía,
amores fugitivos que duran lo que dura en pestañear el sol,
y luego,
entonces,
más allá de todo eso,
existes tú.

Cualquiera diría que tocar el cielo se resume a besarte los labios.
Yo podría decirte,
amor perteneciente a otros días,
que para mí
besarte
es lo más parecido al infierno.
Porque tú no sacias,
tú quemas.
Que sentirte se parece a dormir sobre una nube
—extremadamente suave, pero peligroso—
y que el viento
se te queda pequeño cuando respiras
porque tú consumes mucho más de lo que la naturaleza puede dar.

Y entonces,
yo que solía gastarme los días pensando(te),
buscando la respuesta al enigma que se esconde debajo de tu blusa,
ahora resulta que solo tengo facturas.
Que el mañana lo tengo empeñado
y el ayer,
lo perdí entre tus piernas.
Resulta
que yo,
en vez de besarte los labios
prefiero versarte la vida.
Que me gasto la tinta
—los dedos—
escribiéndote poesías.
Que te he convertido en mi porro de media noche
y entonces,
te consumo
y te consumo,
y me drogo con la esencia que destilas.

Resulta que tú,
en vez de alejarte,
te quedaste a mi lado.
Te diste de espalda y dijiste:
"Haz de mi ausente presencia el lienzo de tu pluma"
y yo,
en vez de escribirte,
te hice el amor.

Cualquiera diría al mirarnos,
que querernos,
es lo más parecido a estar en el cielo.
Yo diría,
amor de otra vida,
que amarnos
es arder en el fuego.
Abrazarnos:
hacernos cenizas.
Besarnos:
soplar.
Y entonces,
mirarnos,
se resume a volar.

Besarte o VersarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora