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Yoongi entornó los ojos con fastidio. Aún no logra entender como puede tener un amigo tan extraño, más sin embargo, ahí está, junto a él, contándole sobre los nuevos reclutas. Y no es para menos, siempre es la mejor noticia, conocer a los novatos que tendrán que ser entrenados para perder la sensibilidad y realizar buenos trabajos.

— Al parecer hay alrededor de unos cincos. —sonrió con maldad.

Yoongi lo observó de reojo sabiendo perfectamente sus planes. Su compañero suele tener mucho apetito sexual y como es uno de los más importantes en la organización, todos le temían y eso siempre le ha dado ventaja. Posiblemente esté imaginándose a sí mismo encima de algún niño tonto, haciéndole cosas que no le apetecen saber.

—¿Qué querrá el jefe? —cuestionó, rascándose la parte posterior de su cabeza.

—Que mierda voy a saber yo.

—No era necesario que respondieras. —bufó, sonando molesto.

Eso le causo gracia a Yoongi, disfrutaba haciéndole pasar malos ratos a las personas. Levantó una ceja: —Entonces no preguntes si no esperas una respuesta.

—¡Yoongi, maldita sea! —chilló exasperado, chispeando furia a través de sus ojos.

El recién nombrado soltó una carcajada llena de gracia. Se detuvo al notar una gran puerta frente a ellos, se dedicaron una mirada cargada de confusión. Taehyung tocó varias veces hasta escuchar un alto "Pasen" solo bastó oír esa grave voz para que sus sentidos se pusieran alerta. Abrieron la puerta con cuidado, mirado a su alrededor en busca de algo extraño.

Yoongi fue el primero en bajar la guardia. Solo estaban el jefe, su amigo y él. No hay de que temer. Se quedó pensativo, recordando vagamente a su alcohólico padre, cuando escapó de casa y éste hombre lo encontró solo en la calle, al verlo sonrió y le ofreció un hogar. En aquel tiempo era tan inocente que decidió aceptarlo sin saber todo lo que pasaría después de eso. No le gusta rebuscar en su pasado, termina con un mal sabor en la boca.

La imponente voz del hombre frente a él, lo sacó de sus pensamientos. Lo miró a los ojos, lucían vacíos, llenos de malicia y crueldad. A pesar de haber transcurrido nueve años de conocerlo, sigue resultándole sorprendente su poca humanidad. Aunque él no puede decir mucho al respecto, a sus cortos veintitrés años, ya ha matado a un sinfín de hombres y mujeres, ha extorsionado, golpeado y lastimado a todos los que le han asignado. Ya ha pasado un tiempo en el que dejó de importarle muy poco lo que pase con las personas, le falta solo un poco para acabar con sus inútiles sentimientos.

—Yoongi y Taehyung, mis mejores hombres. —sonrió con fingido orgullo, haciéndoles señas para que se acercarán.

—¿Por qué nos llamó, señor? —se atrevió a preguntar Taehyung, metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros.

—Necesito que hagan un trabajo.

Yoongi frunció el ceño al escuchar lo último. Hace pocos días también le habían asignado algo, no solía llamarlo con tanta frecuencia. Es cierto que es muy bueno en lo que hace y no deja rastros al igual que su compañero, pero no esperaba que tan pronto solicitaran sus servicios. Asintió con seguridad, mirando de reojo a Taehyung quién parece indignado.

—Bien, su clasificación es A+, aquí tienen los datos. Encárguense. —explicó, teniéndole al castaño una carpeta amarilla con unos papeles sobresaliendo de ella.

Se dio la vuelta dispuesto a marcharse, le da muy igual las formalidades. Solo escucha lo que debe hacer, los detalles, y únicamente eso. Nada de sentimentalismos, charlas largas, le aburren. Detuvo sus pasos al percatarse de la cabreada risa del jefe.

Black Butterfly ⇸ YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora