Fecha límite

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--15 de agosto--

Un día de verano caluroso como cualquier otro. Estaba en la cama, tumbado, revisando mis redes sociales.

Sonó el teléfono. Respondí rapido.

-Sí?

-Hola, perdona, ¿eres el chico que me trajo un manuscrito hace un tiempo?

-Sí, supongo que si, ¿Qué pasa?

-Chico... ¡Es increíble! Me ha gustado mucho tu forma de escribir, quiero hacer un trato contigo. Quiero que avances en el manuscrito que me diste, y añadas más cosas. Así podré hacer un libro, pequeño, pero publicable. ¿ Qué te parece?

-Nervioso respondí- ¡C-Claro! ¿Cuál es la fecha de entrega?

-30 de agosto, date prisa, hasta la próxima-

Colgó antes de poder contestarle.

¿15 días? Tengo que darme mucha prisa, demasiada.

Encendí el portátil, busqué el archivo y empecé a escribir todo lo que se me ocurría. Rellené la historia, expliqué cosas mas detalladamente, desarrollé los personajes tanto, que un buen lector podría saber hasta su color favorito.

Se aproximaba la fecha límite y yo seguía sin estar convencido de lo que llevaba escrito. Se supone que sabía escribir maldita sea. ¿Qué me faltaba? Me preguntaba una y otra vez.

Y cuando todo parecía estar sumido en la más oscura de las nieblas, una idea me iluminó.

Empecé a leer todas las novelas y poemas que hice anteriormente e incluí frases, oraciones e inclusive párrafos que podían encajar bien en mi manuscrito.

Esto sera como una inyección de Connor James para el lector, pensé entre risas.

Para mi asombro, quedó mejor de lo que pensaba, es decir, me gustó. Ahora sólo tenía que ir a entregarlo.

Mire la hora, eran las 10 p.m. del 29 de agosto.

-¿Estás de coña verdad?- Me dije a mi mismo.

Imprimí la novela, cojí la bici y salí disparado de mi casa hacia la editorial. No iba a achantarme ahora.

Estaba cruzando la carretera, estaba just...








Negro, todo se volvio negro.




No hubo luz en un rato.

Lágrimas de poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora