Parte única.

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Día normal de entrenamiento, día de partidos de práctica para el Nekoma y el Fukurōdani, todo parece ir bien hasta el momento, al entrar al gimnasio no se escucha más que el típico rechinar de los zapatos deportivos contra el suelo y los jadeos, producto de un cansancio terrible por parte de los chicos de ambos equipos. Son las tres de la tarde y han estado jugando sin parar de las 9:00am, decididos a por fin jugar un partido decente antes de comer algo o tener que retirarse.

¿Partido decente? Sí, necesitan uno con urgencia. 

No es como si ninguno de los equipos no se estuviera esforzando, de hecho es todo lo contrario, parecen tener que esforzarse el doble ese día; los entrenadores están que se arrancan los cabellos de la cabeza por frustración y desespero, gritando sin parar a los chicos para animarlos y a la vez obligarlos a continuar, no ven ningún avance desde que iniciaron, es como si sus equipos estuvieran estancados en arena movediza y por más que intentan salir no pueden lograrlo.

El capitán del Nekoma ha decidido pedir un tiempo muerto otra vez para hablar con su equipo, importando poco si aún seguían en el primer set, necesitaban algo de motivación y descanso llegados a ese punto, además de que debe poner algo de papel en la nariz de uno de sus jugadores que luego de recibir el golpe del balón comenzó a sangrar, de los dos tiempos muertos anteriores el primero fue para preguntar discretamente a Kenma si es que todo se encontraba en orden pues desde que iban de camino a la escuela lo había visto aún más inmerso en sus pensamientos de lo usual y comprobó que algo no andaba bien cuando en lugar de colocar el balón para un remate lo pasó directamente al otro lado de la red, Kenma no respondió nada concreto solo dijo que lo disculparan, que ya lo arreglaría; en el segundo su entrenador intento centrar a su armador, volverlo a su concentración y actitud usual sin mucho éxito. A pesar de que todos (o casi todos) están jugando al cien por ciento la mayoría de sus victorias ese día se ha debido a errores del equipo contrario, su armador parece estar perdido en algún mar caótico de pensamientos y con suerte alguien logra tocar sus pases.

Kenma, con todo y que siempre es reservado, prefiriendo los videojuegos a convivir con personas físicas reales, ha tenido muy buena coordinación con su equipo al momento de jugar, no importando si sus personalidades chocan hasta ese día. Kenma no es capaz de concentrarse y mantener su mente en el juego por más de dos minutos desde que comenzaron a jugar y ni siquiera su mejor amigo es capaz de entender por completo lo que le sucede.

Eso podría parecer divertido, incluso sería motivo para provocaciones hacia Kuro por parte de su amigo Bokuto o el equipo contrario en general pero no, no esta vez, no cuando su propio armador está en iguales o peores condiciones que el contrario.

Akaashi parece renuente a ver del lado contrario de la red y al hacerlo se queda perdido en un punto fijo del que no despega la vista y por el que deja de prestar atención por completo a lo que pueda estar sucediendo a su alrededor, tenga que saltar para bloquear, recibir o levantar el balón para su estrella sigue inmóvil en su sitio, es una suerte que no lo haya golpeado el balón o incluso algún jugador.

—Kenma, ¡céntrate en el juego!— Pide Kuro con un grito ya algo más que solo un poco desesperado en lo que verifica que el golpe que le provocó aquella hemorragia nasal no sea nada grave en lo que el resto de su equipo suspira con algo de desaliento, beben agua, o se sientan para recuperar algo de energía, poca les queda ya, entrenamiento intensivo el día anterior y con lo que ahora sucede no querrán mover un solo músculo al terminar.

Del lado contrario del gimnasio se escuchan grito tras grito, al parecer el Fukurōdani está aprovechando ese tiempo libre para tratar de centrar entre todos a su armado en lugar de tomar agua o descansar un poco, cada uno de los gritos va cargado con distintas frases y onomatopeyas poco entendibles hasta que un grito Bokuto se hace notar por encima de todos los demás, dando a entender lo que todo ese barbullo significaba.

¡Céntrense en el juego!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora