Caminaba muy feliz por la calle con mis cascos blancos puestos sintiéndome, de nuevo, en un vídeo musical. Era gracioso el hecho de imaginarme en un escenario cantando delante de miles de personas. Luego la realidad te da el puñetazo de tu vida, abres los ojos y te ves chocándote con un chico alto, bien vestido y con el pelo de color gris, lo normal ¿no?, Que más daba, yo estaba feliz de haber encontrado un trabajo así que solo me disculpé y seguí mi camino hacia la puerta de aquel edificio al que, con suerte, acabaría llamando mi hogar.
Ah, Michelle, tan misteriosa como siempre. Todavía aún me pregunto qué hacías leyendo un libro al revés. ¿Qué ocultabas? ¿Qué cosas pasaban por tu cabeza? Cosas de portera supongo, decidí no preguntar, ¿para qué? Probablemente iba a tartamudear por la vergüenza que sentiría de haber sido descubierta leyendo un libro con las letras en una posición incorrecta. Subí las escaleras hacia la planta 3. De verdad, que agotamiento de escaleras, ya podrían haber arreglado el ascensor, ¡que yo no he sido nunca deportista! Metida en mis pensamientos y afirmando el hecho de ser una torpe, tropecé antes de entrar a mi casa con un ramo de flores que estaban esperando mi llegada encima de mi felpudo. Ni una nota, ni una pista...nada, simplemente flores de colores dispares. Rosas, margaritas, incluso alguna petunia...extraña combinación, pero bonita bienvenida.
Entré a mí desastre de casa, estaba tan embobada por las flores y por mi nuevo trabajo que no recordaba ese maldito cuadro de Paul Wrekker, pero al menos tenía algo con lo que empezar a decorar mi sucio hogar. Coloqué las flores en un florero que encontré en el salón que tenía una pobre planta seca, la pobre lo pasó mal intentando sobrevivir en aquel desierto, necesitaba agua y no encontró el modo de conseguirla...
- El ciclo de la vida debe continuar - dije para mí misma intentando consolar a la marchita flor
Ese florero iba perfecto al lado de la que sería mi cama, la cual también tiraría. En serio necesitaba dinero para hacer la reforma que tenía pensado hacer. Lo coloqué a la derecha y sacudí mis manos como si estuviera preparada para cualquier adversidad que pudiera presentarme la vida. Aún con mis cascos puestos decidí limpiar un poco, aunque solamente fuera el polvo, pero esta vez con Fire de BTS. Estaba claro que si iba a limpiar necesitaba divertirme y no observar tanto dónde iba a acomodarme porque en serio ese lugar daba pena.
Terminé con éxito mi tarea, ¿ahora qué? No sabía que iba a hacer, me dolía la cabeza de tener la música tan alta y para colmo no tenía nada que comer, fui tan despistada que se me olvidó comprar algo en el supermercado para calmar a mi rugiente estómago. Me acordé del chico misterioso con el que choqué. Él tenía la cara tapada con un cubre bocas y unas gafas de sol polarizadas...daba miedo, pero despertaba curiosidad. Estaba muy bien vestido y en la mano derecha llevaba una bolsa la cual mi mente solo podía imaginar llena de comida. Diablos, sí estaba hambrienta.
Rebusqué en mi bolso a ver cuánto dinero tenía. 20€, perfecto para comprar lo básico...lo básico para mí quería decir un poco de pasta y unas especias para acompañar, lo que no iba a hacer es ponerme a experimentar con la comida sabiendo que nunca he sido buena cocinando.
Salí de mi casa mucho más limpia que antes, sacudí mis pies en el felpudo esta vez sin regalos espontáneos, eché la llave y fui al supermercado más cercano, o al menos a intentar encontrarlo...recordemos que seguía siendo la chica nueva en aquel lugar.
Cuan sorpresa me llevé al salir del edificio y volverlo a ver. Allí estaba, con su móvil con la carcasa más extraña que había visto. Estaba llena de dibujos extravagantes. Curioso. Estaba parado, concentrado en sus asuntos, tranquilo y sereno...misterioso. Seguía con el cubre bocas puesto, no pude ver sus ojos expuestos a la luz ya que habían sido desprendidos de las gafas de sol. Mi estómago interrumpió mi investigación, inoportuno como siempre. Ya era consciente del hambre que tenía, no hacía falta que mi necesitado estómago estuviera recordándomelo cada 2 minutos. Proseguí mi camino hasta encontrar el supermercado. La felicidad llenó mi corazón, ¡por fin iba a comer! Conseguí mi pasta y sus respectivas especias, pagué a Sandra, la cajera y me fui.
Caminaba por la calle WhiteBell de nuevo cuando algo pasó dentro de mí. Una sensación en el corazón invadió mis pensamientos...tuve una corazonada
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A sabiendas de lo que pasaría...💫
Teen FictionCalle WhiteBell, una calle insólita dónde pasan cosas insólitas. Alma, nuestra protagonista descubrirá aspectos de su vida que nunca pensó descubrir. Aprenderá a apreciar los pequeños momentos felices del mundo y tendrá alguna que otra historia inte...